||CAPÍTULO 12||

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La Tragedia

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Eaxer Harris...

Cuando pienso en mi primera misión, son muchas las escenas que se cruzan por mi mente, incluyendo la posibilidad de ser secuestrada al estilo 'Búsqueda Implacable'. Obviamente no podía salir victoriosa y sonriente, considerando la suerte de mierda que tengo. Pero encontrarme con el prostituto de Eaxer Harris en la fiesta y luego aquí... eso si que no lo vi venir.

Eaxer Harris es como la sarna, ¿Dije sarna? Pobre de la sarna al ser comparada con él. Está en todas partes. Literal. Nunca te deshaces por completo de él. Incluso si lo matas, su jodido espectro se encargará de perseguirte hasta que lo único que quede de ti, sea una horrible y arrugada pasa.

Una gran parte de mí se alegraba de verlo. Sólo quería pedirle ayuda y que me llevara a casa, para llorar como magdalena por lo inservible que soy, incluso para existir en este nefasto mundo mientras como unas hamburguesas.

Joder, en lo único que pienso es en comer.

Pero enseguida saqué a patadas esos estúpidos pensamientos de mi cabeza.

Por favor, Alex, es Eaxer de quien hablamos. Seguramente se va de chismoso y manda al carajo la misión.

Me acerco al entreabierto de la puerta, para encontrarme con la irritante y perfecta cara de Eaxer. No se encontraba solo, al contrario. Estaba en medio de una partida de super póker para mafiosos... o eso creo. La mesa estaba repleta de tipos barbudos con caras de maleantes. Todos re feos y flacuchos.

Sinceramente... me siento estafada. Ser espía no es como lo pintan en las películas. Las misiones no son tan fáciles, y no sales victoriosa y sonriente como en un comercial de Colgate. De hecho, me siento tan sucia como si estuviera una semana sin bañarme, y mi aliento apesta a mierda. ¿Y lo peor de todo? Los jodidos mafiosos no están sexys ni buenotes. Todo lo contrario, son bien feos y asquerosos. Más bien, parece que ni han tocado la ducha en años.

Enfócate, Alex, para que no te vuelvan a agarrar como pendeja.

No, eso sí que no.

—Dua, necesito un análisis del perímetro.

Siempre quise decir eso.

Claro, perra —¡Dios! Es que no la soporto—. El perímetro está despejado, pero no por mucho. Si quieres salir de aquí, te sugiero que muevas tu flaco trasero.

—Gracias, Dua. Tú siempre tan... —pienso la palabra— Satánica y perra.

Yo no soy... —me quito el audífono y lo guardo en una de las copas de mi vestido.

—Mucho mejor —susurro aliviada.

Me aproximo a la puerta, y poso mi mano en la hermosa manija dorada. Antes de abrirla, me percato de los sollozos que de ella provienen. Inmediatamente, con mi pose de Bruce lee abro la puerta, preparada para todo, incluso si se trata de cortarle la mini salchicha a un gordo pedófilo.

Dentro de la puerta, oscuridad es lo único que puedo ver.

—No, por favor... —escucho el no tan lejano susurro de una chica.

—¿Hay alguien ahí? No voy a hacerles daño —aseguro—. Lo prometo.

De pronto, las luces se encienden, permitiéndome ver todo con claridad.

Espía Adolescente©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora