||PRÓLOGO||

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Me quitan la bolsa de la cabeza.

—Pero qué...? —me desatan, y lo primero que hago es propinarle al hombre con cara de cachapa frente a mí, un buen derechazo en la cara—. Tienes mierda en la cabeza, ¿O qué? ¿Acaso tu madre no te enseñó a respetar a las mujeres? —el muy cínico se va como si no le importaran mis preguntas, y como si mis golpes le valieran un plátano— ¡Si! ¡Vete, cobarde! Y déjame aquí, en este...

¿Dónde coño estoy?

Observo detalladamente el lugar en donde me encuentro. Es un cuarto completamente hermético y blanco, donde no se encuentra nada más que; una mesa en medio con dos sillas en dirección contraria y paredes tan blancas que me dan dolor de cabeza. Hay una sola puerta, la cual no tiene manija, sino, una pequeña pantallita negra, la que deduzco que es un identificador de huella dactilar.

Debí cortarle la mano al cara de cachapa.

Luego de varios intentos, dejé de golpear e intentar forzar la puerta, y me acerqué al vidrio oscuro que se encontraba justo detrás de mi.

Yo vi la ley y el orden, señores. No soy fácil de engañar.

Sé que están detrás del puto vidrio.

—¿Quién coño son ustedes? —me acerco más— ¡¡Sáquenme de aquí!! —exclamo con desespero.

Golpeo el vidrio seguidamente, hasta que por fin, el sonido de la puerta al abrirse, hace que me quede estática, con mi puño a centímetros de volver a golpear el vidrio.

Un carraspeo me hace voltear.

—Eres ruda, ¿eh?

Era un chico, parecía de mi edad. Pero no fue eso lo que me impactó al mirarlo con mis propios ojos. «Joder» Es lo primero que pienso. Este chico parecía de otro mundo. Era tan sexy, lindo, hermoso... NO. ¡Era hermosísimo!

Lo siento, Chris, pero creo que ya encontré un nuevo sueño húmedo.

Cállate, Alex, es tu secuestrador. No debe parecerte sexy, pareces retrasada.

Es cierto, tal vez ni viva para contarlo.

—¿Tú quién eres? —inquiero con desconfianza.

—Soy Nick, ¿Cómo estás? —me sonríe, como si se tratase de un comercial.

—Oh, vaya, pero que casual tu presentación. ¿Esperas que te invite un café? —él ríe y niega con la cabeza.

—Tranquila, Alex —intenta acercarse.

—¿Tranquila? —lo miro extraña—. ¡Pero claro que no, anormal! —el chico me mira con desconcierto, como si yo fuera la secuestradora— ¿Y cómo coño sabes tú mi nombre? —intenta decir algo, pero lo interrumpo— ¿Eres un sádico? —menea la cabeza— ¿Un vagabundo violador? —me cruzo de brazos—... Porque si es así, te informo que sé kárate... ¡Y mi tío es Bruce Lee! —lo observo amenazante.

¿Se lo habrá creído?

Seguro que sí.

El chico vuelve a reírse, para luego sonreír y acercarse a mí.

—Ok, ok, entendido; eres peligrosa —«Zy zoi». Lo pienso, pero no lo digo—. Y a tu pregunta... No, no soy nada de lo que has mencionado.

—¿Entonces..? —pregunto inquisitiva. 

—Alex, estoy aquí para hacerte una propuesta importante, tal vez la propuesta más importante de tu vida... —me mira vacilante y con una mirada coqueta.

¡Mierda! ¿Quiere que sea su sugar mami?

Tomo aire.

—Lo siento, pero no —sé hacia donde se dirige esta conversación. Me mira ceñudo—. Soy muy joven, ¿ok? —y aquí viene la diarrea verbal—. Eres guapo, y sexy, y pareces buen tipo. Considerando el hecho de que me secuestraste. Pero, la respuesta es no.—arquea una de sus cejas— No voy a ser tu sugar mami.

Cuando suelto mis últimas palabras, el chico se queda sin habla, luego me mira como si fuera una demente y,  de pronto... estalla en carcajadas. Su piel se pone roja, y cuando alza la mirada, veo como seca sus lágrimas y continúa riendo como desquiciado.

Puto.

—Su-sugar... m-mami —dice con dificultad entre carcajadas— ¡E-estás loca! —exclama, para seguir riendo.

Risas, más risas y fuertes carcajadas, hasta que pongo mi cara de póker. Levanto una ceja, me cruzo de brazos, y lo miro con seriedad.... al menos lo más que puedo. «La seriedad no es mi fuerte»

—¿Creíste que quería que fueras mi sugar mami? —dice, tratando de no reír.

«Ay...»

«Nu sé...»

«Tal vez...»

«Ay bueno, sí.»

—¡Ay ya supéralo, idiota! —lo miro ceñuda.

—No será fácil, créeme —imbécil—. Para eso tendrías que tener dinero... creo que más bien, yo sería tu sugar daddy.

—Sí, sí, carnalito. Deja de hablarme con tu lógica de ochentón. 

Rueda los ojos.

—Bueno, como decía antes de que me interrumpieras...

—Ajá, sí, habla. Tengo cosas que hacer.

Ni yo me lo creo.

Él bufa.

—¿En serio? —me mira con incredulidad.

—No. —admito sin expresión alguna.

—Ok, espero no vuelvas a interrumpirme. —le hago un ademán para que prosiga—. Alex Peterson...

—Piterson. Con i. —le corrijo.

—Bueno, Alex... Piterson con i. 

—Ajá... esa soy yo...

Me mira un poco estresado por mi última interrupción, pero, aún así, continúa.

—¿Te gustaría trabajar para la AISDE?

Espía Adolescente©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora