ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ

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Pov. James Potter.

La brillante luz de la mañana, entraba por la ventana de la habitación, no importaba si giraba en la cama, no pude seguir durmiendo. Estaba cansado, pero sumamente feliz y me ví obligado a abrir los ojos. Estiré los brazos y no sentí el cuerpo de __________, ni se escuchaba ruido, me senté en el colchón, buscando a mi alrededor cercano.

— ¿_________?.— Pregunté cuando la puerta del balcón se abrió.

— Buenos días, ¿Dormiste bien?.— Respondió, sonriendo e inevitablemente hice lo mismo.

— Muy bien, te ves hermosa.— La halagué, estaba perfectamente arreglada.

— Te amo, Potter.— Se acercó a dónde estaba y me besó.— Debo ir a la tienda ¿Me acompañas?.—

— ¿Ahora?.—

— Aún tengo tiempo, pero no mucho.— Revisó su reloj, añadiendo enseguida.— Iba a dejarte una nota, no quería despertarte.—

— Voy contigo, no tardaré.—

En menos de media hora, estaba casi listo, lo único que me faltaba era peinarme y podríamos salir. _________, llegó detrás de mi y pasó sus brazos por mi abdomen, yo seguía frente al espejo.

— Te ves muy bien.— Murmuró sobre mi hombro y besó mi mejilla.

— No más que tú.— Giré para verla de frente, tomando su mano izquierda.— Este anillo te da un toque especial.—

— Es perfecto.—

— Por favor, no vuelvas a abandonarme antes de la boda.— Supliqué, tenía miedo a perderla otra vez. Me tranquilizó al besarme apasionadamente, separándonos hasta que necesitamos respirar.— ¿Que fue eso?.—

— Un pequeño adelanto de ese día.— Dijo un poco arrogante y me giñó.— Vamos, después te invitaré a desayunar.—

— ¿Caminaremos?.— Negó con la cabeza.

— Podemos aparecernos allá.— Me ofreció su mano y la tomé.

Segundos después, nos encontrábamos en una pintoresca calle empedrada, que aparentemente era invisible para los muggles. Pasamos frente a algunos locales, no me era tan extraño, pues conocía el callejón Diagon, aunque esté era algo más elegante.

— Es aquí.— Me dijo, señalando un negocio alto, con adornos alusivos al Quidditch.— Bonjour, Tom.— Saludó al abrir la puerta.

Se acercó al mostrador, dónde estaba su ex-esposo. No mentiré, sentí celos al ver cómo se saludaban, ya que se abrazaron y besaron sus mejillas, ambos muy contentos de verse nuevamente.

— ¡Ma chère! Comment ça va?.—

— Bien, gracias. James, vino conmigo.— Supongo que dejó de hablar en francés para que no me sintiera excluído.

— Ya veo, bienvenido.— Su saludo no fue nada efusivo, incluso me sonrió con falsedad.— ¿Te muestro la tienda?.— Su arrogancia me estaba cansando, estaba por responderle, pero ________, intervino.

— No te preocupes, lo haré yo más tarde.—

— ¿Vamos a la oficina?.— Señaló una puerta que estaba detrás de él. Ella aceptó.

— James.— Me llamó, pues me había alejado, tratando de darle su espacio.

— ¿No prefieres que lo hablemos en privado?.— Le preguntó, aparentemente incómodo con mi presencia.

— Será mi esposo y éste, también es mi negocio, no voy a ocultarle nada.— Dijo firmemente, defendiéndome.

— ¿Tan pronto se comprometieron?.—

James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora