ᴅᴇ ɴᴜᴇᴠᴏ

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Pov. _______________.

Saber que había perdido la memoria, fue aterrador. Encontrarme con que no recordaba parte de mi vida, me llenó de miedo, a pesar de lo increíble que fue encontrarme con la persona que amaba a mi lado.

Había muchas cosas mal en mi, además de mi memoria, tampoco podía mover las piernas, aunque sentía mucho dolor en ellas y hubo un par de días, en que olvidé como escribir. Madame Pomfrey, fue quien se encargó de estar pendiente de mi salud y me aseguró que recuperaría la movilidad, aunque mantuvo sus dudas en cuanto a mi mente.

James, fue la primer persona que me habló de mi pasado y siendo sincera, temía arrepentirme de mis decisiones, pero no sucedió. De acuerdo con sus palabras, revistas y fotografías, mi vida era increíble, las personas a mi alrededor me amaban y pocas veces, me dieron malas noticias.

De vez en cuando llegaban a mi imágenes aleatorias de sucesos, que sinceramente me frustraban, porque solo eran fragmentos y yo quería recordar al menos un momento completo. Sin embargo, mi familia me animaba a preguntar y descubrir aspectos de mi, que había olvidado.

Consiguió convencer a Tom, mi ex esposo, para que nos visitara y trajo a mi hija consigo. Fue extraño encontrarme con ellos, tenía la sensación de haberlos visto antes, pero no conectaba con mis recuerdos y me sentí mal, pues ellos habían estado a mi lado por más tiempo que los demás.

— Discúlpame, no puedo recordar nuestra vida juntos.— Fue lo primero que dije cuando ví a Tom, no sabía cómo comenzar sin parecer mal educada.

— Lo sé, no te preocupes.— Sonrió falsamente, pero se animó a sentarse frente a mi.— ¿Quieres que hablemos de ello?.

— ¿Cómo nos conocimos?.— No supe cómo empezar y me pareció la pregunta menos estúpida que podía hacer.

— En tu primer entrenamiento.— Me dedicó una media sonrisa y después miró sus manos. Su acento francés me resultaba encantador y siendo sincera, su gran atractivo me hizo entender el porque me había fijado en él.— Me sorprendió la velocidad con la que eras capaz de volar en la escoba y bueno, es imposible negar lo bella que eres.— Señaló en mi dirección, provocando que me sonrojara.

— ¿Comenzamos a salir en seguida?.— Rió y me alegró el que no fuesen recuerdos incómodos o dolorosos, como para resistirse a evocarlos.

— Si, pero tardé mucho en enamorarte, pues tú corazón estaba ocupado, por Potter.— Bajé la mirada avergonzada, pues me parecía un hombre bueno, que no tendría porque luchar por un corazón a medias.— Te amé con todo lo que tengo, eres la madre de mi hija mayor y nos casamos. Por mucho tiempo, creí que no habría nadie más que tú.— Confesó y su mirada se volvió nostálgica.

Seguimos hablando de nuestra relación, el día en que nos comprometimos, cuando conoció a mi familia y la boda. Según lo que dijo y lo que me mostró en fotografías, había sido un gran evento, lleno de flores, luces, celebridades del mundo mágico, unas cuantas autoridades del Ministerio Francés, mi familia y la suya. Nos casamos en un chalet, estilo colonial, ubicado en la costa francesa, adornado con miles de pequeñas flores blancas y amarillas, que colgaban del techo, llenaban un sendero en el suelo o adornaban sutilmente la mesas, ¡Parecía sacado de un cuento!. Prosiguió con la notícia de Adhara y nuestra felicidad inmensa al convertirnos en padres.

Agradecí que no omitiera los malos días, las peleas y los celos, sus inseguridades o las mías. A pesar de ellas, no encontraba algo extraño, mejor dicho, la razón de nuestro divorcio, así que esperé el momento adecuado para hablar de ello.

Llevaba consigo una caja con más fotografías, recortes y cartas, que sustentaban sus palabras. En ellas había sonrisas sinceras, abrazos, cercanía, miradas, que me confirmaban lo feliz que fui a su lado. También ví a mi hija crecer entre imágenes, era preciosa y lo más importante, lucía feliz. Las cartas estaban en francés, no podía creerlo, ¡Sabía hablar y escribir el idioma!, pero fue aún mas increíble el que a pesar creer no recordarlo, pudiera entenderlo.

James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora