ᴄᴏɴᴛʀᴀ

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Pov. James Potter.

Haciendo caso a las palabras de Harry, aparecimos en San Mungo y comenzamos a avanzar rápidamente hacia la habitación de mi esposa. Sirius era quien miraba en todas direcciones, con la varita en mano, pendiente de cualquier sospecha.

- Apresúrate.- Exigí, mi corazón latía con rapidez y solo deseaba que ____________, estuviera a salvo.

El miedo me invadió y no fui capaz de abrir la puerta que me separaba de ella, así que mi amigo lo hizo por mi. No había notado que dejé de respirar y recuperé el aliento, cuando la vimos en la cama, a salvo, justo como se había quedado en la mañana.

- Tu esposa está bien, no debiste preocuparte tanto.- Obvió Canuto, sonriendo tranquilamente.

- Pero Harry...- No sabía cómo justificar lo que mi hijo había hecho, su miedo era real, estaba seguro.

Revisamos el lugar y su alrededor inmediato, hablamos con algunas brujas y magos, que pasaron frente a nosotros. Todo parecía estar en orden, hasta que comenzamos a escuchar gritos desesperados, explosiones y pasos huyendo.

- Nos encontramos de nuevo.- Bellatrix se adelantó a nosotros, abriendo de par en par la puerta, dejando ver que no estaba sola, su esposo, Dolohov y Greyback, la acompañaban.- ¿Quién está aquí? ¡El perro sucio de la familia!.- Señaló a Sirius y él, no se molestó en contestar con palabras.

Haces de luz pasaban cerca de nuestras cabezas, al mismo tiempo que tratábamos de avanzar hacia el frente, para alejarlos de mi esposa. Nos enfrascamos en ese duro enfrentamiento, tanto que no notamos que otros miembros de la Orden habían llegado y aligeraban el trabajo.

- Deben sacarla de aquí.- Dijo Remus, atacando ferozmente a Fernir, una deuda personal de años.

- Yo sé dónde llevarla.- Murmuró Sirius, lanzando un hechizo que hizo explotar las ventanas detrás de su prima, obligándola a protegerse para evitar los cortes del cristal roto.

- ¿Que esperas?.- Le grité, desesperado porque ella no podía defenderse o en su caso, desaparecer.

- Yo te cubro.- Anuncio Tonks, asumiendo la pelea con Bellatrix.

Con Greyback y Rodolphus fuera de batalla, todo fue mucho más sencillo, Remus y Ojoloco, se encargaron de Dolohov. Lo ví caer sobre unas sillas, con un golpe seco y estruendoso, estaba inconsciente, atado de pies y manos.

- Solo quedas tú, Bellatrix.- Señaló Lupin, emocionado por el éxito de la Orden.

Aprovechó la distracción y con una simple maldición, cayó Tonks. Me adelanté unos pasos hacia ella, persiguiendo la por todo el sanatorio. Cada hechizo, maldición o encantamiento era respondido y esquivarlos, muchas veces era la única opción.

Durante esos minutos, no estaba seguro de poder ganar, Lestrange estaba decidida a acabar conmigo, pude distinguir numerosos haces de luz verde, quería asesinarme. No negaré que tuve miedo, pero sabía que no era parte del plan rendirme.

Estúpidamente me distraje, culpa de una nube de polvo que me rodeó y mientras tosía, sentí mis pies atados. Fui arrastrado un par de metros y puesto de cabeza frente a Bellatrix, sonriendo triunfal.

- ¿A quien le importa la muerta de tu esposa, si puedo entregarte?.- Soltó una carcajada macabra, mostrando sus dientes maltrechos.- El pequeño Harry, daría todo por su querido padre.- Fingió pena, suavizando el tono de su voz, para después retomar esa mueca horrible de satisfacción.

Mis oídos retumbaban y cada vez, dolía más el que la sangre se acumulara en mi cabeza, me costaba trabajo respirar correctamente, perdí los anteojos y la varita, estaba perdido. Observé cómo tocaba su brazo izquierdo, dónde los Mortífagos solían llevar la marca tenebrosa, llamando a Voldemort y otros de sus secuaces.

James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora