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LAMBDA 7214

mayo, año 2046

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mayo, año 2046

  Al momento en que escuchó la puerta de su cuarto abrirse y la luz artificial que emanaba el pasillo provocó que la oscuridad que envolvía esa habitación se hubiese apaciguado, la pelirroja que se encontraba estirada en el suelo encogió sus piernas, pegando sus rodillas hasta su pecho y pegó su espalda a la pared. Escondió su cabeza entre sus brazos, negando con la cabeza al escuchar levemente los murmullos de uno de los científicos que ha estado tratando con ella desde que se instaló en aquella nueva plantación. Fue cuestión de segundos para que escuchara dos pares de pasos diferentes de los pies de un humano, y una mano ajena liberó la cadena que se mantenía sujeta en su tobillo. El sentir las largas y filosas garras rozar la piel descubierta de ese sector de su piel le provocó un escalofrío, pero no pudo ni siquiera moverse cuando dos demonios la tomaron de un brazo cada uno, y la obligaron a ponerse de pie de manera rápida, mientras ella intentaba hacer caso omiso a ese dolor de cabeza que la invadió inmediatamente debido a la ausencia de su medicamento habitual y a la tan inesperada luz.

  Con sus ojos entrecerrados y tratando de distinguir el rostro de la figura de pie bajo el marco de la puerta de su cuarto, pudo presenciar al doctor Charles: el doctor perteneciente al clan Ratri que se estaba haciendo cargo de ella y su investigación. Fue escoltada por ambos demonios con brusquedad fuera de su habitación, cosa que al pasar por al lado del doctor Charles, pudo presenciar la usual y fina línea que eran sus labios cada vez que le tocaba su chequeo diario con ella. Ese hombre de cabellera canosa, gafas cuadradas, bastante bajito y algo fornido siempre fue alguien de pocas palabras y que a simple vista se veía intimidante. Cuando puso un pie en el corredor, ambos demonios la soltaron, dejándola a la merced del científico-médico. Un ademán de su mano fue suficiente para que ella lo siguiera por el camino habitual y que a ella le correspondía: podía sentir el frío del suelo calarle los huesos al ir descalza y solamente con su ropa interior y un gran camisón que le llegaba un par de dedos sobre la rodilla. Nada más. A uno de sus costados tenía la pared blanca, donde cada cierta cantidad de metros habían cámaras de seguridad, y al otro lado se encontraba un ventanal que daba lugar a un supuesto cuarto de juegos -que en realidad tenía otra función- lleno de peluches y juguetes bastante coloridos.

  Escuchó a Charles saludar a otro médico que iba caminando en la dirección contraria hacia donde iban ellos. Malia ni siquiera tuvo el valor de alzar la mirada cuando aquel varón pronunció su nombre en voz alta a modo de saludo, simplemente lo observó de reojo con su cabeza inclinada hacia abajo, al igual que el joven que lo acompañaba y caminaba un par de centímetros más atrás que él, tal y como iba la pelirroja con su doctor. Aquellas miradas azuladas se encontraron, sin decir palabra alguna, y fue el de cabellos albinos, cuyo estado a simple vista se veía mucho más decente que el que portaba la fémina, dejó caer un pequeño papel. Este al caer no hizo sonido alguno, y provocó que la joven de largo cabello detuviera abruptamente su andar. Tanto Norman como su doctor siguieron su recorrido como si nada -ya que el último mencionado no se dio cuenta de lo ocurrido- y ella simplemente observó el trozo de papel a sus pies. Había caído en la mejor posición, como para que el mensaje escrito en él fuera visible para ella.

𝐌𝐎𝐑𝐀𝐋 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐘 || rayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora