11. Los Pecados de Todos

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Sara dejó de picotear su desayuno, las miradas de sus hermanas y la inquisidora de su madre la tenían nerviosa.

—Ahora nos dirá lo que pasa. ¿Por qué esos hombre te trajeron anoche?

—Mamá—suspiro—mamá la verdad no quiero hablar de ello, si.

—Pero Sara, Franco y Oscar eran los que te vinieron a dejar ¿entre tantos por qué ellos?

Sara miró a Norma, y frunció el ceño. ¿Qué le importaba? Bueno ya está. No va a dejar que se estén metiendo en su vida.

—Bien. Ayer Fernando recibió una invitación de los Rosales,  y si, yo le acompañé.  ¿Por qué? Fácil, quería salir y él me invitó.  Pero me dejo sola por una mujer—con solo recordarlo le hervía la sangre—, ahora a lo mejor están usando mi casa para estar juntos.

—¡Sara!

—Si mamá,  Fernando es un hombre.  Él no es un santo. Así que se olvidó de mi, y tu esposo —miro a Jimena — se ofreció a traerme. Lo cual fue un gesto muy lindo.

—¿Juan estaba allí? —. Los ojos de Norma no lo la dejaban de ver, fijos y opacos de sentimientos.

—No, aunque descubrí que a Dinora no le gustó que Juan no asistiera.  Así que Norma, si vas a salir con él, ve con cuidado con esa mujer.

Sara volvió a mirar su desayuno. Pensó en que le diría a Fernando cuando lo viera,  no quería sonar como una mujer herida, pero no le perdonaría haberla dejado como una tonta en esa fiesta.

—¿Sara? Se que no te gusta que nos metamos en tu vida,  pero desde qué vives con Fernando, estas diferente. — Norma volvió a hablar y Sara notó como su madre ponía una cara con demasiadas muecas, no era idiota.  Su madre sentía algo por Fernando y detestaba que se hablara mal de él, bueno aquí que se aguantará.

—Dime.

—¿Qué harás con él?

Sara sonrió, sabía que se refería a Fernando —. Primero le diré que mi casa no es el picadero de nadie. Si quiere tener sexo con Dinora o cualquier otra mujer, que  se vaya a las casas de ellas. —. Sara miró  a su madre que hacía todo lo posible por no saltar de su asiento. —. Y que no le perdonaré que me haya dejado tirada anoche, cuando me dijo que quería un nuevo comienzo.

—¿Nuevo comienzo?

—Si. Fernando te dará los papeles del divorcio.  La condición es que tú pagues todo ¿lo cuál me imagino que lo harás?

—¡Claro que si!—Norma dijo decidida.

—Aún así, ese hombre no pierde nada.—. Don Marín gruñó.

—Abuelo, si lo piensas, él perdió más. Perdió el tiempo, el amor, y la oportunidad de ser feliz con la mujer que quería.

—¿Qué quieres decir Sara? Fernando dijo algo. —todos miraban a Sara para que contestara la pregunta hecha por su madre.

—Si, dijo que le gustaba alguien por esos días, pero en Norma veía la serenidad que buscaba y la paz, la cual nunca llegó.

—¿Aún está interesado en ella?—volvió a preguntar Doña Gabriela.

—Si.

—Oh bueno, suerte con Don Fernandito. ¿Y quién es?

Antes que Sara contestara con otra cosa, para salir de ese tema, el mismo Fernando entró a al comedor. Sara notó las reacciones de todos, sus hermanas con cara de cansancio y un poco de desesperación.  Su abuelo lo miró intrigado.  Y su madre con ojos fieros.

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora