14. Lujuria

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Marco de tiempo: Donde Doña Gabriela está en casa de Sarita.
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Dinora Rosales

Siempre supo que ser una mujer fuerte y con agallas, le daba el poder de hacer lo que quería. Así que también llevo ese conocimiento al campo del deseo.

No había hombre del cual posara su mirada que llegara a despreciarla y Juan no sería uno de ellos.

Tenía que dejar en claro que ella, no era ninguna persona que aceptara un No como respuesta.  Sino que le preguntaran a todos los santos a las afueras de sus territorios.  No es que se sintiera orgullosa, pero ellos lo pidieron con ganas.

Ahora, Juan la tenía en un hilo. Era el primer hombre que ella quería mantener. Quería algo serio con él.  Bueno, tan serio como fuera posible en ella. No sé iba a mentir diciendo que lo amaba, porque no creía en el amor. Eso era para tontos. Aunque sus padres tenían algo. Cosa que su madre era una santa, al aguantar ciertas actitudes de su padre.

En fin, su familia era peculiar. 

Aún recuerda que a sus quince años su padre la encontró con uno de los caballerizos en un granero, ¡Ja! Lo que paso después no le importaba mucho. Solo supo que era el sexo y desde allí no lo dejó. Amaba tener el control en todo. Y en la cama o cualquier superficie plana donde quisiera hacerlo.

Así que iba a lograr tener a ese hombre en su cama y hacer lo que sus fantasías más le dictaban.

Amarrar lo a la cama. Era una de ellas.

Estar arriba de él y montarlo como el semental que sabía podía ser, con ese cuerpo y con ese carácter tendría que doblegar una fuerza mayor.

Aunque ser sometida por él  tampoco le molestaba. Estar entre ese cuerpo y la cama sería algo que no se perdería. Además, ella era mucho más mujer que la insignificante de Norma Elizondo. Y ahora que pensaba en esa familia, recordó a su amigo, Fernando era el ex de Norma. El cual tenía un tiempo que solo venía a hablar con ella y cuando quería algo él se negaba diciendo que estaba conquistando a la mujer de su corazón.

Otro idiota, el amor no debe de existir.  En fin.

—¿Primita qué haces aquí? Ya es tarde.

—Oh vamos, déjame en paz. No ves que estoy pensando en el siguiente paso.

—Primita, no debes de pensar más.

—Por favor.  Deja de decir tonterías.  Quiero ver que haré para que Juan este conmigo.

—¿Aún lo quieres para ti?

—¡Claro que si!

—Y si buscas otras formas de acercarte a él.

Dinora vio a su prima ¿otras formas? ¿Cómo cuáles?

—¿Qué quieres decirme?

—Bueno a él le gustan los caballos. Pero no te aceptará regalos caros como ese, además, tiene dinero.  Y se ve que es orgulloso. Pero puedes invitarlo a un hipódromo y ver una competencia,  a él  y sus hermanos.  Y me llevas, sabes que quiero a Franco para mi.

Dinora rodo los ojos, su prima no se le salía de la cabeza estar con Franco Reyes, bueno aunque tenía que darle crédito a su prima, el dueño de todo era el mismo Franco. Rio, su prima no era tan tonta. A pesar que su prima era algo loca tenía buenas ideas.

—¡Ay no lo sé, Belinda!

—Anda, primita. Sé que habrá competencias pronto. Di que sí.

Dinora sonrió, podría ser una buena idea.

—Esta bien, Belinda, pero nada de cosas, raras.

Se quedaron un rato hablando hasta que la voz de la madre de Dinora, las mando a dormir.
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CORTO pero mañana otro capi, Así de pequeño.  Seria un maratón de día a día... xD

Dinora para mí es una mujer fuerte no solo en carácter sino también sus características y sentimientos. 

Una potra salvaje.  Y mala, bueno... allí mismo lo dice, si las tierras pudieran hablar... muchos muertos estarían por ahí. XD

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora