5. Respuestas

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Después de dejar al Sr. Reyes llegó al bufete donde tenía una reunión con el dueño de rancho que tenían contrato con ella en Bogotá.

--¿Ya llegó el Sr. Rosales?

--No, hay un contratiempo.

--¿Cuál?

--El cliente de uno de mis abogados está aquí y parece ser que no llegan a nada.

--¿Y eso? Tus afiliados son buenos.

--Quiere una revisión a su ganado y eso no estaba antes de firmar.

Sara rodó los ojos, no era raro que se viera revisiones antes o después de una adquisición.

--¿Y cual es el problema? Acéptalo. Yo puedo hacer el trabajo, pero me pagas. -- sonrió encantada--. Estoy viviendo sola por aquí. -- terminó coqueta.

-Sí, ya me entere que vives con un caballero.

-Eso no te incumbe. Así que busca un contrato para que firme y te dé mis servicios de veterinaria.

-Oh es verdad, se me olvidaba que antes de ser una mujer de negocios eres una veterinaria. ¿Cómo esta la gran ciudad? Ya te aburrirte.

-Aun no.

Sara entró a la oficina para encontrar a los abogados, un hombre joven y guapo. Ambos detuvieron su discusión y uno de los abogado la miró con ojos fríos y el ceño fruncido.

-Sara ¿Qué haces aquí?

-Hola. Buenas señores. Espero a un cliente y esta oficina me gusta. ¿Y tú?

El abogado rodo los ojos--. Reviso un acuerdo.

-Pensé que estarías con el cliente, según afuera.

-Ya se fue.

-Y bueno ¿cuál es el problema?

El abogado le entregó los papeles mientras el becario, según notaba Sara no perdía nada de sus anotaciones en el contrato.

--No veo lo malo. Yo acepto el trabajo. Además, no está tan lejos... oye esto es la hacienda Trueba.

--Si. Según se también se está llevando a cabo los pasos para el cambio de nombre.

Sara no podía creer lo pequeño que era el pueblo. Acababa de hablar con uno de los hermanos Reyes, y ahora sabía que eran los dueños de la hacienda Trueba y todo lo que conlleva.

--Es realmente interesante.

--Bueno, irás el sábado que viene.

--Me parece bien.

Sara sonrió y demando que le dejaran la oficina ya que quería atender al Sr. Rosales, sabía que ese hombre era complicado, todos sabían que era la hija que tenía las riendas de la hacienda y que el Sr. Rosales solo estaba al pendiente de ver jovencitas hermosas, y Sara descubrió desde que termino su compromiso con David, que los hombres creen que la apariencia de una mujer vale mas que su cerebro. Así que arreglarse y maquillarse para ver clientes varones ya era un habito más que nada.

***

-Y ¿cómo es la mujer que llamo?

-Bueno mi Franco, se que ella está viviendo con Norma, y mi Jimena. Pero no se porque, la verdad por lo que se presentó su apellido era... Acevedo.

-¿Acevedo?

-Eva conoce usted a alguien así. -. Franco miro a Eva que les traía unos cafés.

-Solo Don Martín y por su puesto Doña Gabriela, ya que es su hija. Ella no tiene más familia.

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora