Capítulo 09
Ivette
La semana había pasado bastante rápido, ya era domingo y por lo tanto el día de la ceremonia de papá y Elizabeth.
Nunca tuve una relación muy cercana con ella, sin embargo, sé que se esforzaba por mantener la comunicación y a veces intentaba hacer que yo confiara en ella para contarle sobre mi relación con Cody o cosas que me sucedían, cosas que no me sintiera cómoda de hablar con papá, pero la verdad es que sus esfuerzos fueron en vano, porque a la única que le tengo verdadera confianza para esas cosas, es a Ol'ga.
La iglesia lucía preciosa, con los arreglos florales indicando el camino hacia el altar y la alfombra roja justo en medio de estos, en el altar se encontraban las fotografías que Klay había mandado enmarcar. Ahí estaban, capturados en algún momento feliz durante sus vidas, sin saber qué tal vez sería esa, la última vez que disfrutarían de su compañía, de la de su familia.
Como anfitriones de la ceremonia, Klay y yo teníamos el deber de recibir y saludar a todos los invitados, en realidad no eran muchas personas, solamente amigos cercanos de mi padre, no teníamos familiares aquí, ya que cuando mamá supo que estaba embarazada de mí, ella y papá decidieron mudarse a Canadá.
Papá mencionó que tomaron esta decisión ya que después del contrato que tenía mamá como diseñadora de modas en Francia, se habían presentado una serie de conflictos con el hijo mayor del señor Didier —dueño de la empresa que contrató a mi madre—, pasaron un largo tiempo intentando arreglar ese problema y no fue hasta que Klay cumplió tres años que decidieron que lo mejor sería salir de Ohio, ya que el hijo de Didier había dado con su dirección y según las advertencias de éste, su hijo sufría de Trastorno obsesivo compulsivo (TOC), por lo cual, él mismo había sugerido alejarse de ese lugar y rehacer su vida, lejos de cualquier peligro y por seguridad de mamá, de Klay y su futura recién nacida.
— Todo está saliendo bien —Dijo Klay sacudiéndome por los hombros
Solté un ligero suspiro - Claro que si lay
— No me llames lay —dijo posándose junto a mí — es el diminutivo de Layla —eso último lo menciono en un tono bastante gracioso. Reímos.
Al otro lado de la acera pude notar la figura alta de un chico caminando en nuestra dirección. Su semblante era duro e inexpresivo, vestía con un pantalón de smoking color negro, camisa blanca arremangada hasta sus codos, desabotonada de la parte superior, con un aire elegante pero bastante relajado. Quizás era nuevo en el pueblo ya que yo no lo conocía y claro estaba que no se había enterado de que el día de hoy no habría una misa, sino la conmemoración de mi difunto padre y su querida esposa.
¡Alto!
A este tipo ya lo había visto antes.
Pero ¿En dónde?
Cuando éste por fin cruzó la acera, caminó directamente hacia nosotros. Si lo había visto. Es el odioso de la cafetería. ¿Qué rayos hace él aquí?
— Creí que no vendrías —soltó Klay metiendo las manos en sus bolsillos
— No me perdería la ceremonia de la tí...
— Iv — soltó Klay interrumpiendo la voz ronca del chico — podrías revisar que todo esté bien allá adentro. Por favor.
Volteé a mirar a mi hermano bastante confundida por su repentina interrupción — Claro, lay — le dediqué una rápida mirada al chico frente a mí y me escabullí al interior de la iglesia.
Klay y el chico de la cafetería, hablaron durante unos minutos en la parte de afuera, parecían conocerse de toda la vida, ya que cuando aquel chico se acercó, Klay le había hablado con bastante confianza. Tal vez fue el quien lo invitó a venir. Aunque el día del funeral no lo había visto y el año pasado tampoco se había aparecido por aquí; o tal vez yo estaba tan sumergida en mi dolor que ni siquiera me había dado cuenta de quienes habían estado allí.
La ceremonia dio inicio y, a los pocos minutos mi hermano y el chico decidieron hacer su aparición en el interior del lugar. Ambos pasaron junto a mí, Klay me dedico una sonrisa acompañada de un asentimiento de cabeza, el otro chico ni siquiera me miro, se acomodaron en sus respectivos lugares y guardaron silencio para escuchar.
***
Volvimos a casa después de pasar a comer al restaurante favorito de Klay. Ambos necesitábamos descansar ya que al finalizar la ceremonia nos dispusimos a ordenar y limpiar el área para que las personas encargadas de la limpieza tuvieran menos trabajo el día de mañana.
Subí a mi habitación para comenzar con mi tarea ya que como siempre, dejando todo para última hora, comencé a trabajar en mi computador en un ensayo sobre la importancia de fotosíntesis para mi evaluación final de Biología. Mi teléfono emitió el sonido de una notificación, llegando como señal divina para distraerme de mis deberes como estudiante, lo tome entre mis manos y desbloqueé la pantalla para abrir el mensaje.
Hutch: Te veías muy linda hoy Ivette.
Agh ¿En serio?
Yo: ¿Qué quieres? Marchand.
Hutch: Solo intento tener una plática contigo. Tranquila.
Yo: No puedo, tengo tarea.
Hutch: Comprendo. Entonces, que pases una bella noche, jolie.
Yo: Igualmente Jimmy.
Solté un suspiro después de tomar una gran bocanada de aire. Esto es culpa tuya por creerte que sería buena idea escribirle al tipo odioso que conociste en una cafetería Ivette.
Es que ese día se veía tan lindo.
¡Dios! Y hoy, con esa camisa y sus brazos al descubierto dejando a la vista esos tatuajes.
¡Basta Ivette Myers!
Es un odioso arrogante, ya te lo ha demostrado en sus escasas, ahora dos conversaciones, además, al parecer ni siquiera es de por aquí. Ojalá regrese pronto desde donde vino. Seguro solo se apareció para alborotar a las chicas hormonales y cuando consiga lo que quiere, volverá tranquilamente a su hogar.
Boté mi teléfono en el tocador y continúe trabajando. Ol'ga subió durante la noche para dejarme algo de cenar. Decidí que era buen momento para tomarme un descanso después de la una y treinta de la madrugada ya que debía llegar al instituto antes de las siete, mi primer clase era Literatura y está mi materia favorita, nunca había llegado tarde, así que esta no sería la primera vez.
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No Te Engañes
RomanceEl engaño rompe, destruye, quema y desgarra pero, es un método que te permite mostrarle al mundo esa cara dulce y angelical con la que logras persuadir a los demás. Sin embargo, es un arma de doble filo que si no sabes usar, terminaras siendo herido...