extra #1

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Rosé odiaba llegar tarde a clases, menos si sería durante su clase favorita, la de Japonés. Muy curioso puesto que ella era australiana, y hablaban japonés e inglés en su casa, pero a ella le iba mejor el otro idioma.

No había dormido muy bien ayer, le costaba pegar ojo en la noche y terminó leyendo sentada en su cama, despertándose más tarde de lo acostumbrado.

Cruzó la entrada, esquivando ágilmente a los estudiantes en al pasillo para llegar al salón. Un pequeño pensamiento le llegó. 

¿Dónde estaría Jennie Kim?

Hizo una mueca, sin entender muy bien el por qué debía pensar en ella. Desde el inicio de clases le sucedía, de vez en cuando la castaña de ojos gatunos acudía a sus pensamientos.

Era absurdo, ella no se implicaba directamente con la chica, simplemente observaba a Jisoo fastidiarla a ella y sus amigas. Nunca intervenía, solo sonreía a su mejor amiga.

Además, Kim era de cierta manera...irritante para Rosé su presencia la alteraba. Por ello no la defendía de las constantes burlas que recibía, igual la castaña podía defenderse.

Y también, no quería perderse el adorable rostro que hacía Jennie cada vez que peleaba con Jisoo. Se detuvo en pleno pasillo. ¿Qué acababa de pensar?

Sacudió la cabeza, debía de ser el sueño. Fue nuevamente en camino a su clase, ahora rezando para no cruzarse a la perdedora de Kim en todo el día. Pero la mala suerte le dio una patada mental, al entrar por la puerta y pedir disculpas por su retraso, alli estaba. Suspiró fastidiada, no entendía el por qué, pero en verdad no quería ver a Jennie.

El único asiento libre era uno junto a la castaña, la rubia estaba pensando en simplemente dejarlo ser, ni que fuera a hablarle. Solo la tendría que soportar esta clase, era al parecer la única que compartirian hoy.

Mientras caminaba varios chicos la miraban embobados, ella sonrió coquetamente ya que en secreto disfrutaba un poco al saber que la encontraban linda.

Se fijó brevemente, no quería darle importancia, la castaña estaba con el rostro escondido tras un libro alzado. Rosé arqueó una ceja ¿Qué pretendía? Tomó asiento mirando al frente, captando todas las explicaciones de la profesora Raquel. Anotaba los apuntes limpiamente en su cuademo.

Después de unos veinte minutos, por la vista periférica, observó un pequeño movimiento a su izquierda. El asiento donde estaba Jennie. Sin querer parecer interesada le lanzó una mirada de reojo, abrió los labios sorpresivamente al verla. El libro que cubría el rostro de Jennie había resbalado en la mesa, dejando ver a una castaña dormida.

Rosé se sorprendía ¿Quién podría dormir en Japonés? Si la materia era maravillosa, Rosé no podría.

Aún sabiendo que Jennie no le veía le lanzó una mirada de reproche, se sentía indignada, lo demostró apartando el rostro y mirando la clase. Pero una pequeña curiosidad le hizo volver a verla, quería asegurarse que en verdad la chica dormía.

La castaña había cambiado de posición entre sueños, estaba con los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza recostada en ellos, con el rostro hacia Rosé. La rubia la observaba sin darse cuenta, aún con parte de su atención en la clase.

Jennie dormía con los labios entreabiertos y su cabello ligeramente revuelto por el movimiento, un mechón castaño cubría su frente. Respiraba lentamente y parecía muy tranquila.

Después de una hora, toda la atención de Rosé se la había ganado la imagen durmiente de la castaña, ni ella misma se había percatado de aquello. De lanzarle miradas fugaces habia pasado a observarle fijamente, con la barbilla apoyada en su mano.

Un pensamiento tonto llegó a la castaña: Jennie Kim era muy linda. Al menos al dormir, Rosé se justificó. La observaba descaradamente, su rostro, cejas, labios y ese adorable mechón de pelo cruzándole el rostro.

Detuvo su respiración rápidamente al ver a Jennie arrugando la nariz, sintió un incómodo cosquilleo en su estómago al pensar que la castaña la pillaría mirándola, pero se removió un poco hasta que finalmente cambió de posición escondiendo la cara entre sus brazos.

Inconscientemente la rubia frunció el ceño, rápidamente frustrada, por no tener más la visión del rostro de Jennie dormido.

Después se dio cuenta de lo tonto que era aquello y decidió volver a ver la clase, un poco confundida por su actitud. Abrió los ojos al ver la pizarra repleta de oraciones y conjugaciones que no entendía muy bien, había perdido el hilo de la clase y por ello no comprendía que tema estaban viendo. Maldijo interiormente e intentó guiarse por su libro de texto.

-Señorita Park -le llamó la profesora, sonriendo. Rosé era una de sus mejores estudiantes y necesitaba que diera el ejemplo. - ¿Podría pasar a la pizarra para completar la siguiente oración? -

Rosé tragó fuertemente, mirando lo que decía en el pizarrón sin tener idea alguna.

- Yo...disculpe, profesora. No....entendí muy bien, no sabría cómo ¿Podría volver a explicarlo, por favor? -dijo con el rostro ardiendo, todos la observaban sorprendidos y la profesora Raquel se mostraba igual.

-Por supuesto, veamos si esta vez puede lograr comprender, señorita Park -dijo amablemente dirigiéndose a explicar la conjugación en el pizarrón nuevamente.

Rosé asintió, copiando todo y queriendo dejar de sentir vergüenza por lo ocurrido. A su lado Jennie hizo un pequeño ruidito entre sueños, Rosé se obligó a sí misma a no voltear a verla.

Ya a pocos minutos de terminar la hora de Japonés, la peor clase que había tenido hasta ahora, volvió a ver a Jennie que, increíblemente, seguía dormida. Rosé le fulminó con los ojos, recogiendo sus cosas y queriendo salir lo más pronto posible.

Culpando a Jennie de lo sucedido en clases, todo era culpa de ella, por ello la castaña la caía tan mal.

Al escucharse la campana salió de primera, sin importarle ver si la castaña despertó, estaba enojadísima con ella.

Todo era su culpa, idiota Kim. Aquel pensamiento la acompañó todo el dia, incluso aquella noche minutos antes de dormir. Le fue mal en su clase de Japonés todo por culpa de Jennie Kim y su tierna forma de dormir, arrugando la nariz y haciendo ruiditos adorables ¿Qué estudiante dormía durante clases?

Si la castaña hubiera estado despierta en la clase, nada de eso hubiera sucedido. Si, todo era culpa de ella. Lo que Rosé no comprendía era que no tenía sentido echarle la culpa a Jennie. Era de ella misma por lo que, sin ser consciente, comenzaba a sentir por la castaña.

De todas formas, Rosé empeoraría con el pasar de los días, solo quedaba desearle suerte.

Rivales - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora