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Una semana después y se encontraba sentada en una de las mesitas de madera que había en la feria.

Sus amigas habían ido por algodón de azúcar y Jennie se había quedado a cuidar el puesto.

El parque de diversiones era magnifico. Todas parecían estar pasándolo bien, a excepción de Jennie, que llevaba todos estos últimos días deprimida.

Aun recordaba el rostro de Rosé, tan roto y en verdad parecía muy golpeada por las palabras que le había dicho Jennie. La castaña se arrepentía mucho.

Lo peor de todo es que después de aquella pelea se había encontrado con la rubia. Al igual que otra veces, la había fastidiado con sus amigas, sólo que había algo diferente.

Cuando la estaba insultando, no tuvo ni una vez la oportunidad observar sus ojos fijamente, Rosé siempre parecía evitarlos o de alguna manera la insultaba desde lejos, sin querer acercarse.

Ya comenzaba a desesperarse, porque Jennie quería ver ese color chocolate que le quitaba el aliento. Se sentía cómo una necesidad, una ridícula y patética necesidad de ver sus ojos para poder estar en calma consigo misma.

No había ayudado en nada el nuevo pensamiento acerca de la rubia: querer besarla.

Era la chica que le hacia la vida imposible y allí estaba Jennie, suspirando por la chica rubia.

Cada vez... cada vez más las palabras de Rosé hacían eco en su mente "¿No será que estás enamorada de mi?"

Y en verdad, Jennie intentaba convencerse de que no era así, imposible. No, era una locura.

-¿Jen, estás bien? -preguntó Lisa, acercándose a su amiga. Llevaba una gorrita de pato en la cabeza, que había ganado en unos juegos.

-Sí, claro. -mintió de forma mediocre, sabía con antelación que si le contaba a sus amigas respecto a su problema, ellas comenzarían a delirar.

-¿Quieren ir a las tazas giratorias?-preguntó Yeji al llegar, habían rastros de azúcar en sus labios.

-¡Será divertido, vamos! - animó Lisa, jalando a Jennie y a Chahee de las manos, hasta llegar a la atracción y montarse en ella.

Estaban bajándose de los carritos cuando vieron a lo lejos al grupito del salón, parecía la realidad despotricara sobre la suerte de Jennie.

Todo le salía mal, y para joder más las cosas allí estaba Rosé, igual de hermosa que siempre.

Llevaba un vestido negro y el cabello suelto en ondas, reía mientras iba de la mano con Chanyeol y entrelazaba su brazo con el de Jisoo.

Quería besarla, quería besarla y quería que la tierra se tragara a Chanyeol. Esa era una gran idea rondando en su cabeza.

Soltó un gran suspiro y tomó a Lisa de la mano, quería alejarse de ellos a como diera lugar.

- Lisa-yah, ¿quieres ir a la montaña rusa? -preguntó con una sonrisa a su amiga, ella parecía feliz.

-¡Claro! -

— Vamos todas -dijo alegremente Chahee y las cuatro se fueron a la atracción, dejando a los otros atrás.

Jennie logró respirar tranquila por unos segundos, eso hasta que fueron a comprar palomitas de maíz y casualmente allí estaba Rosé. Tenía que ser una cruel broma de la escritora, ¿no?

De inmediato los ojos de Rosé la vieron pero apartó la mirada, sin dejar a Jennie ver sus ojos chocolate por más de un segundo. Bufó irritada y se rió un poco, al ver cómo Yeji intentaba comer palomitas, lanzándoselas, pero estas chocaban en su nariz. Pero ella sólo podía observar a Rosé.

La chica rubia sonreía mientras lamia un helado de fresa «era su favorito porque ya la había visto comerlo varias veces, asi de acosadora era» más el estómago se le revolvía al verla dándole besos a su novio. Parecía querer tragárselo con el helado y casi le entraron arcadas.

Jennie quería besarla, besarla y borrar el sabor de ese idiota de los labios de Rosé.

Le dolía el pecho, a horrores, sentía una fuerte opresión en el corazón y otra vez los ojos le ardían. «Mierda, mierda, mierda», maldecía una y otra vez. Sus manos temblaban e intentó ignorar la escena que se desarrollaba frente a ella.

Habló un rato con sus amigas, charlaban de cualquier cosa pero cada tanto volteaba a ver a Rosé, la rubia ahora estaba sentada en el regazo de Chanyeol mientras el chico le besaba el cuello.

Dolor, dolor y enojo. También odio hacia el chico, pero más que todo, enojo contra Rosé.

No sabía porque se sentía así, tan mierda. Todo le dolía, era horroroso y ella no encontraba explicación de su comportamiento.

Se levantó bruscamente de la silla, sus amigas la observaron preocupadas, Jennie llevaba toda la semana rara y parecía que está noche estaba peor que nunca.

-¿Está todo bien, Jen? -preguntó Chahee, claramente preocupada por su mejor amiga e intentó tocarle el hombro.

Jennie se apartó delicadamente. Mostró una sonrisa forzada, pero no podía engañar ni a un ciego.

-Claro, sólo.... sólo necesito ir al baño -dijo observando con suplica a sus amigas, para que la dejaran marcharse sin pedir explicaciones.

-Bueno, si tardas mucho pensaremos que el inodoro te tragó - intentó bromear Yeji y recibió una débil sonrisa de su amiga.

Jennie caminaba rápido, intentando alejarse de la asquerosa pareja que había en la mesa cercana a ella.

Fue hasta detrás de unas carpas de franjas rojas y no se había dado cuenta, pero apretaba los puños tan fuertemente que sus nudillos estaban blancos. El dolor seguía, le encogía el corazón, y ahora no sabía qué hacer. Comenzó a pensar en los ojos chocolate, en su risa, sus labios.

«Oh, mierda». Ahora sentía sus mejillas húmedas y al abrir los ojos se percató de cual era la razón, estaba llorando.

-¿Qué...?¿Por qué yo... ? -intentó explicarse así misma mientras secaba sus lágrimas con el dorso de la mano.

Se sentía muy ridícula. ¿Por qué lloraba? ¿Qué era esté dolor? Ella nunca lloraba, llevaba años sin hacerlo y esperaba que así hubiera quedado, no lloró ni cuando murió su adorado perro.

Llorar apestaba, de seguro le iba a doler la cabeza y lo peor era que no sabía por qué lloraba. Todo era culpa de Roseanne Park,

Ella era quién la hacía confundir, querer besarla, matarla, darle un golpe, abrazarla hasta romperle los brazos y besarle todo el rostro. Todo a la misma vez.

Rivales - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora