CAPÍTULO 8

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Kanín

¿Puedes venir a buscarme? Tengo un problema.

Ese fue el mensaje que recibí de Londres a la una de la mañana. No escribí ninguna respuesta solo la llamé inmediatamente para decirle que en menos de diez minutos ya estaba allá.

Y así fue, llegué antes y la vi sentada esperándome en la acera del callejón. Sus piernas estaban en sus pechos, sus brazos abrazaban a estos y su cabeza estaba apoyada en las rodillas.

Cierro la puerta avisando mi llegada, ella levanta su cabeza para confirmar si soy yo, y cuando lo hace, se levanta del suelo y camina hacia mi.

Las luces del carro ayudaban a que la pueda detallar mejor. Traía puesto su pijama— holgada —, y en su mano derecha tenía una bolsa negra. Sus ojos estaban con maquillaje regado debido a las lágrimas.

—¿Qué te ocurrió? —pregunto alarmado.

—Me robaron —dice en un hilo de voz —Entraron a mi casa como si fuesen suya y agarraron todo a su paso. Me humillaron y trataron como una muñeca que podían controlar a su modo y... —no logra completar la oración cuando rompe en llanto.

—¿Pero te encuentras bien? —pregunto y niega con la cabeza. Sin que me pida lo que necesita, la abrazó.

Le regaló un abrazo cálido de mi parte y ella envuelve sus brazo alrededor de mi; acuna su rostro en el hueco de mi cuello sollozando.

Acaricio su espalda esperando a que se relaje y deje llorar. Una vez que lo hace levanta su rostro dejándome ver sus ojos rojos e hinchados junto a sus mejillas con el rastro de sus lágrimas.

Levantó mis manos y con mi pulgar limpio esos lugares húmedos. La veo y la vuelvo a abrazar.

—Quedate conmigo —propongo — hasta que encuentres otro lugar mejor donde vivir.

—Está bien —susurra —dejame botar está porquería.

Se deshace de mi abrazo y camina a un contenedor de basura, tira la bolsa negra que llevaba en la mano y se devuelve secándose ella misma las lágrimas restantes.

Una vez que los dos estamos en el auto, arranco sin decir una palabra y vamos directo a mi fraternidad. Ella tiene la mirada perdida mientras mira por la ventanilla.

No voy a preguntar en cómo pasó todo, no la voy a presionar para que cuente todo lo que sabe. Ella misma lo hará cuando ella quiera, cuando ella decida y...

—¿Por qué estás despierto a esta hora? —pregunta la chica a mi lado —. Pensé que estarías dormido y me quedaría sola aquí.

—Estaba en una fiesta —digo mirándola por breves momentos —. Bueno, de hecho estaba en mi cuarto, estaba harto de la fiesta.

—¿Y qué estaban celebrando?

—Para Cameron todo es una celebración, pero hoy es la fiesta de cumpleaños de los gemelos.

Gira su cuerpo por completo para mirarme mejor —¡¿Qué?! ¿hoy cumplen los Españoles y no me lo dijiste?

Me encojo de hombros y bajo la velocidad del auto una vez que estamos cerca de la fraternidad —Tu eres la chica que lo sabe todo ¿no? —me burlo —Eres el fantasma de la universidad.

—Deja de burlarte —reclama y cruza sus brazos por su pecho —,pude haber comprado algo para Dylan y Daniel.

—Ni siquiera sabes qué es lo que les gustan.

—Creeme que si lo se —recalca y por sus labios se extiende una sonrisa triunfante —. Una completa extraña sabe que a Dylan le gusta la música latina, y que su postre favorito es un pastel de chocolate almendrado; en cambio a Daniel, le gusta la música de rap en inglés y su postre favorito es un pastel de vainilla sin almendras porque es alérgico a ellas.

Si los deseos fueran estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora