CAPÍTULO 16 [PARTE 1]

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Kanín

—¿Y qué pasó con Londres?

Esa pregunta me la he hecho muchas veces en el último mes…¿Qué  pasó con Londres?

Pues la perdí por suposiciones estúpidas.

La perdí por no preguntar ni comunicarme bien con ella.

La perdí por dejarme engañar por una mujer que supo manipularme.

La perdí por mi orgullo y la perdí por mi doble moral.

—Ella nunca me gustó —me sincero—, pero me entretuvo en su tiempo.

—¿Cómo dices eso? —me señala con su vaso de alcohol antes de continuar hablando —: Pensé que la chica te importaba —suelta un hipo junto con una risita — pensé que se enamorarían como el típico cliché de las pelis…

—Ella sí me importa —le digo — pero como amiga…me gustaba su compañía y su forma de ser.

—¿Y no te gusta…ni un poquito?

—Ella no es mi tipo. Solo nos despedimos de un buen polvo y ya para luego cagarla.

Bufa —Si eres imbécil —toma un sorbo de su trago y mira detrás de mí cambiando su postura rápidamente para luego mirarme —pues que bueno que no te gusta, porque ya te olvidó con otro man.

—¿Qué? —pregunto confundido por su comentario y me señala con la cabeza algo detrás de mí.

Volteo para ver qué es lo que ocurre y es cuando la veo, Londres. Es la segunda vez que la veo en dos meses. Está en lo que parece ser la sala, bailando con el mismo chico con quien se montó en el coche antes de pelearnos y con el que la vi esta mañana.

Bailando…muy sexy…muy juntos.

—¿Todo bien? —pregunta con una sonrisa en la cara al ver que no despego los ojos de ella.

—Todo perfecto —le respondo viéndolo con una sonrisa seca en mi rostro y bebo un poco de mi bebida, y…no puedo evitar echarles una miradita a Londres y a su pareja, mientras ella…le sonríe.

¿Por qué le sonríe así? Ese tipo de sonrisa lo provocaba yo, ni siquiera Jo Kwon lo hacía.

Volteo a ver hacia otro lado.

Cierro los ojos imaginando otra cosa que no sea en Londres y las sonrisitas, pero es imposible. Su cuerpo. Sus ojos. Su aroma. Su cabello. TODO.

Todo en ella está en mi.

Es como una plaga que me come por dentro y ahora me recuerda que fui un imbécil en dejar escapar su compañía y su amistad.

No oigo nada, no siento nada, no veo nada; pero se que cuando abro los ojos me encuentro frente al tipo de ojitos tiernos y le doy un puñetazo dejándolo en el suelo.  A lo lejos escucho los jadeos de horror y sorpresa ante mi repentina escena, pero no me importa, lo único que me importa es al ser que estoy sacando rápidamente de la casa.

Una vez afuera respiro profundamente para relajarme y no decir una estupidez de lo que he hecho, por lo tanto, me quedo en silencio pero…

—Escúchame bien —la agarro por la cara con mis dos manos —No le sonrías a otra persona como lo hacias conmigo…Yo soy tuyo y tu eres mia, pero…

—¡Mejor escuchame bien tú, idiota! ¡Tú y yo no somos nada! —recalca molesta y safandose de mi agarre — Y si dejar que me follaras creíste tener el derecho de reclamarme como tuya, dejame decirte que tengo una larga lista de hombres que creen tener ese mismo derecho.

—Por ese camino no quería ir, Londres —objeto.

—Si querías ir —refuta y empieza a caminar de nuevo a la casa —¡Te entrometes en todo, aún cuando no quiero que lo hagas! —reclama — ¡Y luego resulta ser que tu eres el ofendido solo porque no comparto nada de mi vida con alguien!

Si los deseos fueran estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora