CAPÍTULO 12

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Londres

Abro mis ojos y tardo varios segundos en captar lo que sucede y es que...

Mi mejilla está apoyada en el torso desnudo de Dugga y entonces, todos los recuerdos de la noche anterior llegan atropellando mi mente

No pude evitar sonreír ante eso.

Tienes que darle un final épico.

Sabio Jo Kwon, muy sabio.

Me aparté con cuidado de Kanin, este sigue durmiendo plácidamente, y como no lo va a estar, yo también estoy cansada después de esas cuatro rondas... y no de ejercicio.

Me senté en el borde de la cama y ahora me hallo detallandolo más a fondo. Tomo mi teléfono y le envio una foto del ser que está dormido frente a mi a Jo Kwon. Termino de levantarme de la cama, desnuda, y entro en el baño donde me aseo rápidamente y me visto de la misma manera para luego salir y volver a la habitación.

Kanín se está rascando los ojos a la vez que palmea el lugar donde me encontraba en la cama, quita su mano de la cara y me enfoca frente a él.

—Buenos días —susurra en voz ronca.

—Buenas días —le respondo —,vistete hay que salir a comprar el desayuno, estoy cansada como para preparar algo.

—¿Me pregunto por qué será? —comenta quitando las sábanas y tengo que hacer uso de mi autocontrol para no mirar hacia abajo y caminar para salir de la habitación.

Cierro la puerta y antes de que lo haga oigo el ruido del agua corriendo así que decido esperarlo en la despensa de la cocina, con una batido de avena y banana en la mano, sorbiendo poco a poco de él. Reviso algunos mensajes que me envió Danna, Camille, Alexander y...

Maldita sea, ¿ahora no puedo tener privacidad?

Hola, Londres.

Es Lucian, hace dos días tu padre me dio tu número para conversar, pero no me atrevía a escribir para que no pensaras que era un loco obsesionado y...

Dejo de leer, porque loco obsesionado y desesperado si está, de otra forma no me habría escrito.

Y por último término revisando algunos correos hasta que recibo un mensaje de Jo Kwon.

¡CARAJOOO! ¿DIME QUE NO PUEDES CAMINAR? DIMELOOOOO.

Lo dejo en visto, dejemos que se desespere por saber del chisme.

Una siluta llama mi atención, Kanín entra en la cocina vestido con ropa deportiva, color negro. Me observa y enarca la ceja cuando ve lo que llevo en la mano.

—¿No estabas cansada como para preparar algo?

—Esto lo traje hecho ayer.

—Está bien, estoy listo.

—Andando —camino hacia la puerta.

—¿Qué quieres comer? — pregunta detrás de mí.

—Sorpréndeme —abro la puerta.

—Te daría lo de anoche —bromea en doble sentido y llega a mi espalda.

—Tal vez, pero nunca repito la comida —le guiño un ojo.

—¿Por qué no?

No respondí y abrí los ojos abiertamente como él al notar que aquellas palabras no salieron de ninguno de los dos, sino de un tercero...de un infante.

—Siempre que me gusta una comida y me queda un huequito en el estómago repito.

Volteo lentamente hacia la puerta que abri y me encuentro con un niño de ojos azules, piel blanca y cabello color negro como...

Si los deseos fueran estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora