Me quedo inmóvil en aquel lugar, abrazada al cálido pecho de Anthony mientras su mano me acaricia suavemente el cabello. Nos quedamos de esa manera por unos cuantos minutos. Creo que, a pesar de pedirme que me quedara, Anthony no sabe cómo manejar esta nueva situación entre nosotros.
Para ser sincera, yo tampoco sé muy bien cómo reaccionar.
Debo confesar que esto es mucho mejor que el ser echada sin miramientos. Pero esta situación es demasiado confusa. Siempre he estado a la defensiva con Anthony, y los únicos momentos en que decidí ser más abierta con él, fueron pisoteados cruelmente. La verdad es que los continuos cambios de temperamento en este chico me ponen los pelos de punta. Nunca encuentro la reacción adecuada, y ninguno de mis movimientos salen como lo espero.
Siendo completamente honesta conmigo, me da miedo abrir demasiado la puerta a lo que podría suceder entre Anthony y yo. Su obsesión con la maldad humana, su total egoísmo y los momentos de crueldad son demasiado pesados para permitirles entrar a mi universo personal. Estoy segura de que sería muy fácil salir lastimada.
— Puedes... – Su voz rasposa retumba como las cuerdas de un contrabajo en mi cabeza apoyada contra su pecho. Es una sensación agradable. — Puedes quedarte a dormir. Si quieres, por supuesto.
La frase sale rápida e insegura, como si él estuviera tan sorprendido como yo de su invitación. Lentamente giro mi cabeza, levantando la vista hacia su rostro. Anthony inclina su cabeza, mirándome expectante. Por primera vez veo algo de vulnerabilidad en sus ojos.
"Si no se tratara de este tipo, diría que tiene miedo a que lo rechaces".
Mi cuerpo y mi mente me dicen a gritos que decline la invitación. No hay nada seguro en quedarse a dormir con Anthony. Todos sabemos que quizás a la mañana me despierte con un abogado y un contrato de desalojo. O quizás solo se marche por unos cuantos meses sin dejar rastro. Todo es inestable en nuestro vinculo, si es que existe vínculo alguno. No puedo asirme de ninguna certeza para apostar por él.
Sin embargo, algo en mi pecho quiere abrazar a ese chico inseguro que se atrevió a decirme que me quedara. Una lucecita tan pequeña como un ojal se enciende en mi interior, y es mucho más poderosa que cualquier capacidad de raciocinio que pudiera tener. La pequeñísima posibilidad de que Anthony esté dispuesto a ablandar esa coraza narcisista, a cambio de unos momentos juntos, hace que todo mi cuerpo se resista a marcharse.
Contra todas las alertas y recomendaciones, mis brazos se mueven lentamente y abrazan su cintura. Le sonrío tímidamente, expresando todos mi reparos y miedos con aquella decisión.
— Solo si me traes el desayuno — Le digo intentando disimular mi inseguridad.
Los ojos de Anthony brillan con algo parece ilusión, y una sonrisa encantadora se dibuja en su rostro, a centímetros del mío.
"Por dios, espero no arrepentirme de esto".
— Te arriesgas a perder unos cuantos dientes o a pelarte la lengua. Pero, si es lo que quieres, no voy a negarme...
— Trato — le digo disimulando mi nerviosismo y me aparto un poco de él — ¿Podría ducharme antes de volver a meternos en la cama?
La característica expresión malévola vuelve al rostro de Anthony y me observa de arriba abajo.
— ¿Es una invitación? No han pasado siquiera diez minutos de nuestro último encuentro querida, no imaginaba que fueras tan exigente...
No puedo evitar volver los ojos hacia arriba ante su comentario.
— ¿Sabes? De todas las respuestas ocurrentes que has tenido, esa ha sido la menos original. —Suavemente retiro sus manos de mi cintura, desenredándome finalmente de nuestro abrazo. — Y no, no estas invitado. Ahora, si me disculpas voy a bañarme.
Me escabullo al cuarto de baño y cierra la puerta, pudiendo por fin respirar profundo. Aunque intento tranquilizarme, mi corazón va muy rápido. La posibilidad de pasar la noche con Anthony pondría nerviosa a cualquiera, pero si esto sale mal para mí, habrá consecuencias mucho más serias.
Deseando que el agua caliente me relaje, me meto en la ducha hasta que las altas temperaturas dejan mi piel roja y sensible. Enjabono mi cabello masajeando con fuerza el cuero cabelludo, liberando así, toda la tensión.
Demoro todo lo que puedo en salir, disfrutando de aquel momento de tranquilidad antes de volver a enfrentarme a los sobresaltos de Anthony y mis propias emociones, al limite siempre de un ataque de nervios.
Cuando termino, cojo una de las batas que hay allí colgadas. Debo ajustar mucho el cinturón para que no se abra o se caiga de mis hombros. Me detengo en el espejo e intento arreglar un poco mis cabellos enmarañados y totalmente empapados. El resultado no es el mejor, pero no hay allí ningún tipo de cepillo, así que debo conformarme con aquello.
Llegado el momento, corro suavemente la puerta que me separa de la habitación y espío por la abertura. La imagen que me regala aquel vistazo es inolvidable.
Anthony esta acostado sobre la cama, totalmente dormido. En su rostro puedo observar las ojeras, y por primera vez noto las líneas de cansancio que se dibujan en su frente. Así dormido, su rostro parece el de un ángel. La característica malevolencia de su rostro, y el fuego violeta de sus ojos se han borrado para darle lugar aquella calma inspiradora.
Vestido solo con el bóxer, su cuerpo dionisiaco se estira sobre la cama totalmente relajado. Un brazo bajo el cuello sostiene su cabeza, ligeramente inclinada hacia el costado. El otro reposa sobre su abdomen, sujetando una serie de papeles que obviamente intentaba leer. Su pecho perfectamente tallado sube y baja lentamente, acompasado con su suave respiración.
Haciendo puntitas de pie me acerco a él para observarlo mas de cerca.
"Vaya, pero que criatura más impresionante".
Con delicadeza, quito los papeles de sus manos y los dejo sobre la mesilla de luz. Luego, en un impulso incontrolable, acomodo un rizo oscuro que cae sobre su frente. Con la caricia, Anthony suspira y se mueve un poco, casi como si estuviera ronroneando.
Intentando no reírme, estiro la sabana sobre él y me dirijo al otro lado de la cama para acostarme a su lado. Me acerco todo lo que puedo a aquel cuerpo suprahumano, pero no me animo a tocarlo. Observo su rostro inclinado hacia mí, deseando que siempre pudiera conservar esa bondad para mí.
Lo miro, hasta quedarme dormida.
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Chocolate para Dos
Romance"Todos tienen un precio señorita Godwin, y yo encontraré el suyo". A Ema no le importaba todo el dinero que Anthony pudiera ofrecerle. Nunca lo aceptaría. Lo que le preocupaba era que el usara otras armas. Entonces, no podría evitar caer rendida a s...