Capitulo XXVIII

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Anthony

Las luces del departamento están encendidas. Se escucha música dentro. Sin duda alguien ha entrado a mi pequeño escondite.

— No te sulfures —dice Darwin, aun sentado a mi lado y observando las manchas purpuras que comienzan a brotar en mi rostro —Son los gemelos. Ves las motos aparcadas atrás, sin dudas son las suyas.

— Voy a matar a ese par de ratas. Ya me deben una cuantas...

— A todos. Pero el hecho de que pongas esa cara hace que seas su objetivo favorito.

— No pongo ninguna cara — me doy cuenta de lo infantil que suena aquel comentario en cuanto sale de mi boca. Eso me pone aún más malhumorado.

Darwin no sonríe. En realidad, Darwin no expresa ninguna emoción sincera nunca. Es como el rey de la frialdad. Solo se dedica a observar y controlar a la gente con esa mirada de vampiro que es terriblemente molesta.

Sin embargo, algo en mi me dice que está divirtiéndose mucho a mi costa.

— Vamos hermano, busquemos esos papeles así puedo abandonarte para que disfrutes de tu mal humor —Sin esperar respuesta, baja del auto y da un portazo.

"Vaya puñado de tierno hermanitos"

Bajo del coche y sigo a Darwin por la acera. Intento ver por la ventana de la cocina, pero no veo más que un par de sombras que indican la presencia de alguien adentro. La puerta esta cerrada, así que me apuro en buscar mis llaves.

"¿Cómo demonios consiguieron unas llaves?"

Ese par de irresponsables iban a dormir en la vereda esa noche. No veía la hora de ponerle las manos encima para sacudirlos unas cuantas veces. Ya era momento de que alguien les pusiera unos cuantos puntos. Evidentemente, ni los esfuerzos de mi padre o los de Willis estaban dando resultado.

Finalmente, logro abrir la maldita puerta.

Nada me hubiera preparado para lo que encontré allí adentro. 

Chocolate para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora