El Club era una vieja fábrica azucarera que transformaron en una especie de boliche-pub de música retro. Era un lugar agradable y poco costoso, por lo que lo convertimos en nuestro lugar favorito. Íbamos siempre que teníamos tiempo libre o necesitábamos una noche de descanso del trabajos.
Frank, el de la entrada, nos conocía bien y nos deja pasar sin pedirnos la documentación.
— ¡Abran las puertas a las señoritas más dulces de todo Plymouth!
No reímos encantadas ante el piropo de aquel viejo conocido.
— A veces, también somos muy picantes Frank, ya los sabes. – Dice Sarah apuntándolo con el dedo mientras nos alejamos por el pasillo de entrada.
— ¡Como olvidarlo! – Responde el guardia ya a lo lejos.
Al ingresar al lugar, te encuentras con una especie de balcón interno, donde se ubica el área del bar. Allí hay una barra, algunas mesas y livings repartidos por los rincones. Al asomarte a la baranda puedes observar la pista de baile que se extiende debajo. En aquel pozo hay menos luz y una segunda barra sin asientos. En la otra punta, hay una sala vip, pero nunca hemos entrado.
— Pedimos algo aquí y luego bajamos ¿quieres?
— Seguro.
Nos acercamos al mostrador y saludamos al barman, otro conocido de nuestras repetidas visitas al Club. Mike siempre fue uno de mis pretendientes más insistentes, pero no es más que un niño. Tiene apenas diecinueve años, y aunque es bien parecido, no puedo dejar de verlo como un hermanito simpático.
— ¡Mike! – lo saluda Sarah con entusiasmo.
—El alma de El Club ha llegado. – Nos dice el muchacho, acercándose a nosotras. – Hace tiempo que no las veía por aquí.
—Si, ya sabes, el trabajo...
— Pensé que me habían abandonado. – bromea, pero puedo ver que me mira de reojo.
— Ya ríndete con ella Niño tonto – le dice mi amiga alborotando su cabello y yo finjo no oír – Sabes que eres nuestro mozo favorito. Ahora ve a traernos unas cervezas.
Mike se sonroja ante la reprimenda y se marcha avergonzado.
— Puedes ser más delicada con él ¿sabes? – le digo a Sarah.
— Sí, tal vez he sido dura con el pobre. Pero no te preocupes, no creo que lo hayamos desalentado con eso. El chico parece no entender las negativas.
Nos reímos un poco de la situación y lo dejamos pasar. Tomamos nuestras cervezas a las que sumamos un shot de tequila. En el momento en que dejamos correr la bebida caliente por nuestra garganta, una figura se acerca a nosotras.
— Espero no llegar demasiado tarde.
"¡oh por dios! Su voz es tan sexy como lo imaginaba"
— ¡Claro que no! – Sarah responde con rapidez, salvándome de tartamudear alguna incoherencia. – Estamos recién comenzando.
— Entonces me uniré a ustedes. – Mira A Mike del otro lado del mostrador y le indica que se acerque. – Un wiski por favor.
Los ojos del pobre chico se agrandan al observar a Anthony. Va de informal, es la primera vez que lo veo sin traje. Una remera negra manga corta cae sobre sus hombros como si hubiera sido creada para esa percha. Lleva jeans rectos color azul y el cabello alborotado, parece que acaba de salir de la ducha. Es guapísimo, y hasta Mike puede notarlo. En seguida, el jovencito decide que aquel extravagante sujeto le cae mal. Puedo notarlo en el gesto hosco con el que le entrega el vaso.
— Y dime Anthony ¿Has estado antes en este lugar? - pregunta Sarah
— No, es la primera vez que escucho sobre él. – mira a su alrededor observando el espacio – se ve bien...
— Seguro estás acostumbrado a otra categoría ¿verdad? – Pestañeo fingiendo inocencia, pero el comentario ha sido punzante. A él no le pasa desapercibido y me mira entrecerrando los ojos.
— En realidad, no salgo mucho. Pero ciertamente el whisky suele ser mejor. - Dice levantando el vaso y sonriendo encantador. Puedo notar como la gente a nuestro alrededor lo observa fascinada. – De todas maneras, estoy seguro que todos tenemos nuestras preferencias, cosas a las que no podemos resistirnos. Yo, por ejemplo, a un buen whisky. ¿Y tú Ema? ¿Cuál es tu talón de Aquiles?
Lo fulmino con la mirada. Sé que Anthony considera que todos tenemos un precio. Solo está metiendo el dedo en la llaga.
— Ema ama los libros, es una total rata de biblioteca. Ha leído tanto que es imposible discutir con ella sobre nada... - Sarah responde por mí, intentando hacerme de cupido. Agradezco su intervención, pero empiezo a creer que está diciendo demasiado. - ¿Sabes que hizo su carrera increíblemente rápido y luego se fue a vivir sola? Sin un centavo. Ahora tiene una tienda increíble y la gestiona de maravilla ¿no es cierto?
— Mmm... tampoco en tan así
Miro a Anthony de reojo, un poco avergonzada de la representación que Sarah está haciendo de mí. Anthony me está mirando con curiosidad. El brillo perverso que siempre se esconde en sus ojos desaparece por un segundo. Pero luego parece estar más molesto que antes.
— Claro que sí, eres genial en lo que haces... - Sarah piensa seguir con su perorata, pero es interrumpida por un tipo moreno y alto que se acerca a nosotros. El sujeto la invita a tomar un trago a la pista, y ella acepta encantada.
— Nos vemos luego – Me dice tomando su bolso y alejándose.
Un silencio incomodo se instaura entre mi compañero y yo. "Bien, esto es raro"
— Parece que te has ganado una amiga hecha de dinamita - dice Anthony de modo despreocupado.
Su comentario no es hiriente, parece más un halago y me permite relajarme un poco.
— Si, Sarah es bastante explosiva. Pero es igual de agresiva para defenderme. Realmente la aprecio mucho.
— Es bueno saberlo...
El silencio vuelve a imponerse. Por un momento pienso que puede que ese tipo no sea un monstruo después de todo.
— Ahora podemos volver a hablar de negocios.
No, definitivamente es un monstruo.
— No se te ocurra hacerle nada a Sarah porque juro que lo lamentarás
Anthony se ríe de mi vehemencia. Sonríe, sinceramente divertido, con esas sonrisas que llegan a los ojos.
— No te preocupes. Aunque me encantaría ver qué harías para que lo lamentara, no juego tan sucio como para involucrar a otras personas en esto. Además, eso no probaría mi punto.
— ¿Y qué punto es ese?
— Que somos seres egoístas. Y que todos somos corrompibles, plausibles de ser comprados por el precio adecuado... Extorsionarte con un ser querido no sería exactamente corromperte.
"Vaya eso si tiene gracia" Sonrío divertida.
— En otras palabras, quieres corromperme.
— Más que nada.
"Wow, eso sonó increíblemente sexy". El ambiente entre ambos se vuelve denso. Sé que ambos tenemos una idea muy parecida acerca de cómo podemos hacer que eso suceda. Durante unos segundos nos miramos a los ojos, midiendo nuestras resistencias. No estoy segura si quiero abofetearlo o arrojarme a sus brazos. La tensión es cada vez más palpable.
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Chocolate para Dos
Romance"Todos tienen un precio señorita Godwin, y yo encontraré el suyo". A Ema no le importaba todo el dinero que Anthony pudiera ofrecerle. Nunca lo aceptaría. Lo que le preocupaba era que el usara otras armas. Entonces, no podría evitar caer rendida a s...