Capítulo 3

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Había pasado una semana desde mi reunión con Connor Genovese, todo iba bien dentro de lo que cabía, Amber recibió buenas noticias en cuanto al bebé de su hija y últimamente estaba más contenta que nunca.

-Mira esta es mi niñita- me mostró su teléfono con la foto de su hija y una gran panza, eran muy parecidas.

-¿ya saben el sexo del bebé ?- asintió con alegría.

-va a ser una niña- dijo contemplando la foto de Alexa -el horroroso de su marido quiere que le ponga Antonieta- hizo una mueca y yo reí -¿verdad que ese nombre es un asco?- asentí -según el es por su abuela pero yo pienso que es una bobada-

-¿y cuantos meses lleva ya?-

-ayer hicieron 9- su teléfono comenzó a sonar y se alejó para contestarlo. Después de 5 minutos llego corriendo -ay ay- estaba llorando.

-¿que pasó?- pregunté preocupada.

-mi hija ha roto aguas- agarró sus cosas con rapidez -Carinna te dejo al frente de todo hasta que vuelva- se iba corriendo pero regresó -hoy le tenía que entregar unos papeles muy importantes a Connor pero no voy a poder así que llevárselos tú- esto tenía que ser una broma, que mala suerte la mía joder.

Llevaba media hora mirando aquella carpeta, no quería volver a ir allá después de la última vez, había pensado en mandar a otra persona pero si algo se perdía la responsable sería yo. Me armé de valor y volví a ir a aquel infierno.

-tu jefa la ha cogido como tema- dijo Liz cuando me vio llegar.

-¿como está hoy?- me referí a su jefe.

-igual que siempre- toqué la puerta y entré.

-Amber se esta pasando de perezosa ¿que le cuesta venir ella?- estaba sentado de espaldas y sabía que era yo, este hombre tenía poderes.

-su hija se ha puesto de parto así que tuve que venir yo... de nuevo- se volteó y sus ojos recorrieron mi cuerpo para luego mirarme a la cara con furia.

-¿espera, has dicho que se puso de parto?- asentí y agarro su teléfono -Amber que cojo... si si ya se, no ¿cuando me has visto a mí felicitar a alguien? ... sabes que mañana es el viaje, estoy muy liado como para posponerlo, a mi me da igual pero sabes que a ti y a tu empresa no ... - me miro de arriba abajo de nuevo -¿estás segura?-rodeó los ojos -a ver si con su torpeza no se nos cae de avión- ¿estaban hablando de mi? -esta bien está bien - colgó y me volvió a mirar -haz la maleta, te espero aquí mañana a las 8 de la mañana- dijo arrancándome los papeles de las manos.

-¿que?- pregunte sin entender nada.

-¿acaso eres sorda? tu jefa no puede viajar porque en vez de ser su hija parece ser ella la que acaba de dar a luz, así que me ha dicho que irás tú - estaba loco, yo con él no iba ni a la esquina. Chasqueó los dedos en mi cara -¿quieres una invitación cordial para salir de mi despacho?-

-¿a donde hay que ir? - se volteo para agarrar un vaso con un líquido ámbar dentro, al parecer whisky.

-a Paris- abrí los ojos como platos y sentí como mis piernas se convertían en gelatina.

-lo...lo siento yo no puedo ir allá- sonrió con malicia.

-vale- dio un sorbo a su bebida -piénsalo de esta forma, si no vienes estás despedida -

-tu no puedes despedirme - dije con furia.

-Carinna - caminó hacia mi -apréndete esto- agarró un mechón de mi pelo entre sus dedos -yo puedo hacer lo que se me de la gana - dijo tan cerca de mí que pude sentir su aliento en mi nuca, la piel se me puso de gallina y tragué la poca saliva que me quedaba en la boca.

-es que yo no sé nada de negocios - traté de excusarme.

-no tienes que saber de nada, sólo comprobar que las cosas del contrato se respeten - sonrío con malicia -así que recoge tus cosas que te vas a la ciudad del amor conmigo- esa última palabra volvió a hacer que me erizara. No tenía más remedio que ir con el, ojalá no me tropiece a alguien conocido.

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