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Crystal apretó su arco al escuchar el bufido de su compañero terrestre. Todo el tiempo que estaban de guardia estuvo quejándose de estar vigilando con ellas; pero la pelirroja trataba de pasar el rato molestándolo, pero el hecho que siguiera con el tema, le ponía los pelos de punta.

—Debería estar en la reunión, no viendo árboles con ustedes.

—Debes sentirte privilegiado, no cualquiera puede estar con nosotras—comenta con sarcasmo, pero a la vez irritación. —Así que cállate y de lloriquear como un bebé.

El terrestre estaba por contestar, pero un crujido alarma a las chicas. —Silencio. Hay alguien ahí.

Octavia saca su espada dispuesta a averiguar, pero el terrestre la detiene. —Este es mío, chica del cielo.

Crystal rueda los ojos y ambas miran a su compañero alejarse hacia donde provenía el ruido. —Juro que sí vuelve abrir la boca, yo misma lo callo a golpes.

La castaña reprime una sonrisa burlona, y sus miradas quedan fijas por donde había ido su compañero. Pero pasaron unos instantes y no había indicio de él. —¿Atohl?

Sin embargo, nada pasó. Unas plantas se movieron, preocupándolas, Octavia mira hacia el pueblo y con un asentimiento de la pelirroja procede en buscar al terrestre. Los minutos pasaban y Crystal tenía un mal presentimiento. Algo no andaba bien y ella lo descubriría. 

Empezó a caminar por el bosque inspeccionando todo el lugar con su mirada por si lograba notar algo extraño. No fue hasta que oyó unos murmuros a lo lejos. Frunció el ceño escondiéndose en un árbol y observando al frente, pasaron varios minutos cuando logró ver algo. Más bien alguien.

Sacó una flecha y apuntó hacia esa persona. —Has venido a la boca del lobo, hombrecito. —sonríe cuando el rostro del nombrado se deforma. —¿Qué planean? Digo, si tienes el valor de espiarnos, puedes tener los pantalones bien puestos para decirme que van hacer.

Crystal cuando vio que no contestaría, soltó la flecha, pasando cerca de su pierna. —Tenemos compañía—murmura bajo el hombre a su jefe, quien solo pudo sonreír malicioso. "No la mates, ella debe ver como ganamos" fue lo que ordenó.

—Dile a tu jefe que de la cara. Que no mande a los demás hacer el trabajo sucio—habla sacando otra flecha. Pero se queja y se esconde cuando una bala silenciosa roza con su pierna derecha. —Dile que sí me quiere muerta, que venga y me mate él. —Crystal estaba concentrada en su herida que no notó cuando el hombre bajó del árbol. —Seria una lástima que seas tú el que me mate o, yo a ti.

—No habrá necesidad de que venga.

Crystal frunció el ceño confundida, y más cuando la voz estuvo cerca de ella. Se asomó sacando otra flecha dispuesta a acabar con él, pero no fue tan rápida para evitar el fuerte golpe en su nuca. —Dulces sueños.

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