| Broken | The 100 [2]

015

Bellamy buscaba a Crystal por todo el campamento, pero frunce su ceño al escuchar unos gritos eufóricos a lo lejos. Se apresura para cerciorarse de que todo estaba en orden, pero se lleva la sorpresa de que varios adolescentes se encontraban jugando y entre ellas ve la cabellera roja moviéndose con rapidez.

No evita sonreír y se remueve un poco cuando la mirada de Crystal se conecta con la de él por unos instantes. Habían pasado días desde que formalizaron lo suyo y en ocasiones se sentía nervioso cuando estaba con la pelirroja. Crystal deja de jugar para acercarse a Bellamy y sin pensarlo besa castamente sus labios, y sonríe cuando ve la mirada algo preocupada de Bellamy al sentir miradas puestas en ellos.

—¿Todo está bien?

—Si, a Octavia se le ocurrió jugar un partido para dispersarlos un poco—comenta mirando a su equipo anotar un gol. —Y mi equipo está ganando, cómo siempre.

Crystal aplaude orgullosa de su equipo y alza una ceja al escuchar la risa de Bellamy. —Siempre tan competitiva. Pero es obvio que vas a ganar porque no estás jugando contra mi.

—¿Crees poder ganarme en un partido de fútbol?—cuestiona de brazos cruzados y Bellamy se encoge de hombros despreocupado, dando a entender que podía hacerlo. —¿Me estás retando?

—No quiero dañar tu ego, preciosa.

Crystal rio mientras negaba, llamando la atención de los que jugaban. —Apostemos entonces. El perdedor hará todo lo que el ganador quiera.

Bellamy alza una ceja y mira al resto de chicos, que veían la escena emocionados y ansiosos por saber si aceptaría el reto. El morocho sonrió y asintió acercando su rostro a Crystal.

—Ve preparándote para hacer lo que yo quiera, reina.

Crystal afila su espada mirando a Octavia hablar con Clarke, la pelirroja sabia que su amiga si se detenía a pensar descubriría que Clarke siempre supo del misil. Alza su mirada y se encuentra con Ragnar, quien le tendía una fruta con una leve sonrisa. La pelirroja aún no comprendía porque él se preocupaba por ella, pero aún así recibió la fruta.

—No pienses más en eso. No te mortifiques.

—Casi muere mi padre—ataca sin mirarlo, le molestaba que ellos estuvieran indiferentes a la situación. —Pudimos haber salvado a todos y habríamos agarrado a ese hijo de perra.

—No había tiempo para todo eso.

—No sé que clase de liderazgo tienen ustedes, pero, para mi, todas las vidas importan—expresa mirando sus ojos, callándolo al instante. —Y el que quiera sacrificarse lo hace, pero por decisión propia, no porque sus lideres lo ordenan o los dejan a su suerte.