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El sonido intermitente era lo único que se escuchaba en la habitación blanca, la cabellera pelirroja había sido recientemente peinada por Maya Vie cuando fue a revisarla, ya que era la única que quedaba en cuarentena de los cuarenta y nueve jóvenes que rescataron. Los ojos esmeraldas empiezan abrirse lentamente y Crystal empieza a parpadear tratando de acostumbrarse a la luz. Frunce el ceño cuando lo que ve a su alrededor son cuatro paredes blancas y no los arboles verdes de la zona de la nave, traga en seco mientras que trata de calmar sus pensamientos y su corazón acelerado por no saber nada de su ubicación y la de los demás.

Se levanta lentamente y gruñe al sentir un fuerte dolor de cabeza, pero hace caso omiso al dolor para quitar la aguja de su brazo. Baja de la camilla y jadea al sentir el frío del suelo, mira a todos lados donde solo había la camilla, la máquina de ECG y un cuadro de pintura de la Revolución Francesa colgado en una de las paredes.

Camina por la habitación inspeccionando todo, dándose cuenta de la cámara que estaba arriba de la puerta. Gruñe al sentirse observada, se sentía como una rata de laboratorio y esa sensación no era para nada buena para ella en ese momento, camina hacia la puerta y mira el pasillo blanco y vacío. Suspira y se gira a esperar alguna señal o algo que le indicara que podría atacar, aun no sabía si sus compañeros estaban con vida y no quería arriesgarse a perder alguna oportunidad de saber si estaban bien.

Por su mente pasó Raven, quien había quedado en la nave debido a que no podía caminar, preocupándose por la morena al instante por su reciente estado. Se dirigió a la camilla para recostarse, su espalda pedía a gritos algo suave y cómodo, y el suelo nunca lo fue. Suspira al tener la incógnita del estado de sus compañeros, y sobre todo de aquellos que no lograron entrar; cierra los ojos y a su mente llega lo último que había pasado antes de caer inconsciente.

Salieron de la nave lentamente viendo los cuerpos incinerados de los terrestres. Habían vencido, pero no estaban seguros si el resto de los suyos logró salir con vida. La tranquilidad se vio interrumpida por unas bombas de gas, y Crystal logra escuchar el murmuro de Anya: "Hombres de la montaña". Abre los ojos de golpe cuando la puerta es abierta y se da cuenta que eran una mujer morena y un hombre canoso, con dos guardias afuera preparados por si tenían que intervenir. Crystal desconfió al instante, pero trata de no hacerlo notar, tenía que buscar respuestas de su gente.

—Hola soy Dante Wallace, presidente de este lugar—dice con una leve sonrisa, caminando lentamente hacia la cama, Crystal, de igual forma, se acomoda en la camilla por si tenía que pelear. —Entiendo que tengas dudas o desconfíes, pero yo podré aclararte cualquier inquietud.

— ¿Dónde estoy?

—Estás en Monte Weather—responde, Crystal frunce el ceño, pero su mirada se va a la doctora que se acercó también. —Ella es Lorelei Tsing, ha sido la que te ha estado atendiendo a ti y al resto de tu gente.

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