Los médium videntes son los que están dotados de la facultad de poder ver los espíritus y disfrutan la comunicación con ellos estando completamente despiertos.
Sábado.
La niña que cayó del cielo hace dieciséis años, encontró el amor por primera vez, pero sin darse cuenta de eso. Todo lo que hacía, lo hacía pensando en él y todo lo que pretendía en la vida, era encontrar su verdadera identidad para poder ser feliz con él. Con ese príncipe…
Siento un cachetazo en mi rostro y abro los ojos para encontrarme con un niño encima de mí y a punto de golpearme de nuevo.
— ¡Ya desperté! —grité mirándolo asustada.
— Que bien. —salió de encima y se sentó al lado en posición de indio. Una roca gigante estaba frente a mí. La miré detenidamente para después sentarme y darme cuenta de donde estaba. — Pensé que tendría que llamar a alguien.
— ¿Qué hora es? —pregunté refregando mis ojos. Una luz por encima de la roca alumbraba un poco.
— ¿Y cómo voy a saberlo yo? —me miró levantando una ceja.
— ¿Qué hay para desayunar? —pregunté ignorando lo que me decía.
— Todavía la playa no abrió. Cuando abre robaremos algo. —miré por detrás de la roca, nada. Me paré y me dispuse a irme. Emi y Sony me abandonaron, así que no puedo esperar que distraigan a los policías. — ¿A dónde vas?
— Con mis amigos. —respondí mirándolo. — Te traeré algo para comer.
Él niño asintió y volvió a esconderse.
Dos policías se encontraban a lo lejos, así que empecé a correr antes de que me vieran. Correr para poder salvar mi pellejo de ir detenida y de Elián.
Logré correr lejos y me detuve frente a un negocio para poder descansar. El negocio estaba exactamente en la esquina de la casa de Mecha y me pareció genial la idea que tuve.
Al salir del negocio, caminé los pocos metros que me separaban de la casa con una bolsa de medialunas en una mano y en la otra mi alimento. Eran exactamente las siete de la mañana. Mordí la medialuna y abrí la puerta.
— ¿Dónde estabas? —dijo Elián caminando enojado hasta donde estaba. — ¿Por qué te escapaste?
— No me escapé. —tragué lo que tenía en la boca y vi a Ned parado detrás con cara de preocupación. Golpeé las medialunas contra el pecho de Elián entregándoselas y caminé hasta él. Lo abracé y él hizo lo mismo. — Te quiero, idiota.
— Yo también. —dijo en mi oído.
Sé que no era necesario decirle porque ese abrazo. Es decir, es su cumpleaños.
— ¿Por qué lo abrazas? —dijo Elián cruzado de brazos.
— Porque es su cumpleaños, Elián. —le contestó Ada mordiendo una medialuna.
— Ah, por eso. —Elián caminó hasta el sillón y al pasar por al lado de su mejor amigo, le golpeó el hombro. — Ángeles, ya que trajiste para el desayuno, prepáralo.
— No, claro que no traje para el desayuno. —Chuck bajaba por las escaleras en ese momento con Mecha colgada a él y riendo. — Iremos a desayunar fuera.
— ¿Por qué? —dijo Mecha y bajó de los brazos de Chuck.
— Aquí en la esquina. —dije sonriendo. — Reservé una mesa para ocho.
— ¡Reservación! —gritó Emi que estaba acurrucado en el sillón sin hablar y al escuchar eso salió corriendo escaleras arriba.
Ned me miró mal.
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Alma de ángel. (EN EDICIÓN)
HumorLa amistad es lo único que va a acompañarte cuando todo termine.