Siempre se había imaginado que en su interior había un jardín que debía cuidar. Era un lugar enorme, lleno de extensos campos y frondosos bosques entre los que serpenteaba un río. A lo lejos se alzaban imponentes montañas y aunque a veces hacía sol y otras llovía, las ruinas de una enorme cúpula de piedra rasgaban el cielo en algunos puntos. En ese extraño lugar había también una torre que parecía sacada de un cuento de los hermanos Grimm, dentro Sofía tenía guardados todos aquellos libros —en viejas estanterías de madera— que había leído o quería leer, a un lado y frente a un discreta ventana que daba a un prado, había una mesa de madera dónde descansaba miles de ideas y manuscritos en los que la castaña había construido y derrocado imperios, monarquías, repúblicas; había provocado desdicha y gracia a personajes que para ella eran más reales que muchas personas.
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Sofía hundió la cabeza en el agua de la bañera, no sabía cuánto rato llevaba ahí metida pero iba siendo hora de salir. Probablemente.
Cuando por fin se armó de valor y abrió la mampara de la bañera algo le lamió la nariz, Natsu movía la cola sin parar y miraba a Sofía expectante. La chica acarició al pequeño Yorkshire mientras sonreía, después se levantó y salió de la bañera, en cuanto sus pies tocaron la frondosa alfombra azul —que impedía a Sofía resbalarse y matarse— el perro saltó de alegría hacía ella provocando que perdiera el equilibrio momentáneamente.
—Ya, ya peque —dijo la chica mientras se secaba el cuerpo y después envolvía su cabello con la toalla.
«Adelgace... Supongo que no es algo malo» pensó al mirarse en el espejo. Tenía la piel blanca como la porcelana, a excepción de los brazos, la cara, el cuello y la mitad de sus muslos hacia abajo. «Moreno paleta... Genial...» se dijo riéndose de sí misma al verse desnuda, a colores y con la toalla enrollada en la cabeza. «I'm so sexy» se dijo en voz alta y riéndose aún más. Nuestra chica empezó a vestirse y justo en ese momento Natsu salió disparado hacia la puerta de casa, su madre estaba entrando.
—Hola, ¡¿hay alguien?! —gritó su madre mientras Sofía escuchaba como dejaba las llaves en la mesa de la cocina y el bolso en una silla.
—¡En el baño! —gritó la castaña mientras la cabeza de su madre se asomaba ya por la puerta, llegaba visiblemente acalorada.
—¿Me acompañas esta tarde a la ciudad? Tengo dentista —dijo su madre, Sofía asintió lo que provocó que la mujer sonriera complacida—¿Qué hay para comer?
—No sé, ¿una ensalada y el pescado de ayer? —dijo Sofía colocándose las chanclas torpemente y soltando el agarre de la toalla en su cabeza, su melena lucía oscura y ondulada.
—Si, me parece bien. ¡Tenemos que coger el tren de las cinco así que tenemos que espabilar! —contestó la mujer yendo hacia la cocina, Sofía se secó el pelo con la toalla mientras oía cómo su madre preparaba rápidamente la mesa para las dos, la castaña se colocó un poco de espuma y se fue directa a preparar una ensalada rápida.
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El término "comida rápida" se quedaba corto ante la rapidez con la que habían tenido que engullir la comida, Sofía creía que en cualquier momento el salmón que se había comido le saldría por la boca, el calor y el paso rápido al que la estaba sometiendo su madre la estaban matando. Al final llegaron con cinco minutos de margen a la estación ya que el tren llegaba tarde.
«Cómo no...» pensó nuestra chica al ver el retardo reflejado en la pantalla de anuncios de la estación. El andén estaba lleno y Sofía y su madre se desplazaron como pudieron hasta llegar al inicio de este, ahí había menos gente, se refugiaron en la pequeña sombra que ofrecía uno de los carteles hasta que a lo lejos, entre los espejismos que el calor provocaba sobre las vías, vieron llegar el tren. La gente se apelotonó de golpe en primera línea, nadie quería perder su sitio, Sofía suspiró e intentó mantenerse en la línea delantera mientras la gente se acumulaba a su alrededor.
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Nankurunaisa (Editando Parte1)
No FicciónSofía tuvo una relación; pero ya se acabó. Sofía confió en la gente; pero ya no es capaz. Sofía creía tener un futuro; pero ya no puede verlo. Sin embargo, Sofía García descubriría algo muy importante: y es que cuándo crees que todo ha acabado, e...