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Sommerlächeln.

N/O

Hanne Meyer nació en la mañana otoñal más cálida de Noviembre, justamente cuando el amanecer vitoreaba entre el cielo, y los cantares del gallo iban al compás de los primeros latidos de su corazón.

Cuando sus ojos vieron el mundo, todos pensaban que serían azules como el color del cielo que se mostraba en la ventana de aquel día, y al principio fue así.

Era una bebé de cabellos color dorado, parecida a ricitos de oro, tenía una personalidad muy inquieta y risueña, que jugaba entre las telas del taller de su madre, Madeleine Henthigs, una diseñadora quien pensaba que su hija al crecer sería igual a ella, a pesar de su gran diferencia en rasgos físicos. Al final, igual estuvo equivocada.

Cuando Hanne tenía tres años, su cabello y sus ojos cambiaron de color; sus ojos ya no eran azules, sino verdes como las hojas en la primavera y su cabello ya no era como el oro, sino color canela.

Creció hurgando entre libros y llenándose las mejillas de pinturas que le robaba a sus madre, cosa que perduró hasta el momento y se convirtió en su salvación años después.

No todos la conocían, pero quien tuviera la oportunidad de hacerlo, sabía como el verano se encontraba dentro de ella.

A pesar de la ausencia de su padre, y todos los trompicones y caídas que trajo con ello, Hanne siempre sonreía, centrándose en la creencia de que la vida necesitaba la luz y la oscuridad para poder sobrevivir a lo largo de los años.

Y así fue como ella se convirtió en lo que era ahora, centrando su vida en aprender sobre las estrellas, leer para imaginar y pintar para amar...

Las estrellas también llueven en otoño (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora