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Neben ihr existieren.

CUATRO AÑOS ATRÁS.

21 de Agosto, Pueblo de Heller.

N/O

-¿Terminaste el trabajo de matemáticas?

Esa tarde soleada Hanne yacía en un pequeño mueble, cubierta de miles de papeles con cuentas y borrones de lápices.

-Uhm, no. Aún no entiendo este ejercicio-respondió.

Ella era una niña aplicada sin duda alguna, sin embargo, su nuevo vecino era quien se destacaba en las matemáticas, no como ella, que pasaba horas dedicándose a los trabajos de arte e historia.

-Hanne, puedes pedirme ayuda si la necesitas.

-Lo se, pero no quiero molestar. Sé cómo te haz sentido desde la partida de tu abuelo Tom.

Aquellos niños se habían vuelto inseparables en el poco tiempo que llevaban conociéndose. Sus vidas se habían entrelazado desde el día que Tomas fue inscrito temporalmente en la escuela primaria junto a sus primos.

Hanne adoraba hacer amigos, a diferencia de él, claro está; pero juntos, habían pasado unas cortas y amenas vacaciones.

Las clases los tomaron por sorpresa, pues se acercaron más rápido de lo pensado, sin embargo, se habían adaptado muy bien mientras la estadía de Tomas se prolongaba.

-Nunca será una molestia ayudarte, tú haz hecho muchas veces los dibujos de ambos. Si quieres cópiate de mi trabajo y salimos más tarde a jugar ¿te parece?

-Oh... no hay manera de que rechace esa propuesta-dijo entusiasmada-. ¡Lo termino en cinco minutos!

Tomas río mientras veía a su pequeña compañera escribir lo más rápido posible. Ambos amaban salir a jugar todas las tardes, se había convertido en su costumbre personal; y aunque parezca imposible, nadie nunca se dio cuenta de la alegría que esos ojos verdes podían causar en el chico, en como aquella voz siempre sería inolvidable para aquellos ojos tristes.

***

PRESENTE.

21 de Diciembre, Pueblo de Heller.

Tomas Wolf.

Podría decirse que esa mañana toda mi vida cambiaría, no solo por ver en vestidos brillantes a esa chica preciosa que alguna vez de niño me hizo creer en las películas que mi madre me obligaba a ver; sino, por el hecho de que aquel día, una noticia no tan inesperada llegaría a mis manos.

Durante el día, una carta había llegado a casa, la cual no había visto hasta que marcaron las doce del mediodía en el reloj de la sala. Había sido aceptado en mi universidad soñada, ubicada en Austria, a miles de kilómetros de donde yo vivía. Sin embargo, no era lejanía de la casa lo que más me preocupaba.

Durante dos horas estuve replanteándome la idea de aceptar, por el difícil hecho, de pensar en irme, y no verla más. No podía deshacerme de mi vida hecha en Keller, ni mucho menos de la presencia que día a día, calaba más en mi interior, como un virus mortal que tarde o temprano, me haría caer.

Aquel virus tenía un nombre de cinco letras, las cuales amaba pronunciar tanto como pudiera. Una palabra de cinco letras que fue descubierta en una tarde de verano cuando era un simple chiquillo que solo pensaba en volver a su casa.

¿Les cuento un secreto? La primera vez que logre pronunciar su nombre, la idea de irme, ya no parecía tan agradable.

Hanne había llegado a mi vida, para darle un gran cambio que ni yo mismo había esperado, quizá porque poco a poco fue adentrándose, a tal punto que al momento de darme cuenta, ya todo estaba hecho.

Las estrellas también llueven en otoño (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora