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Glaube oder Macht.

15 de Diciembre, Pueblo de Heller.

Hanne Meyer.

El ambiente frío es simplemente fascinante, aunque a veces me hace cuestionar aquello con sus tonalidades opacas y grisáceas.

¿Como algo tan hermoso puede llegar a parecer tan triste? Quizá depende de quien lo observe.

La llegada del invierno estaba trayendo consigo copos cristalinos que caen poco a poco en la tierra, uno detrás del otro.

Jacobo ríe lanzándole bolas de nieve hacia Lisa; mientras yo me pierdo en mis pensamientos, sentada en una banca del parque, observando el manto blanco que cubre nuestro alrededor y un lápiz en mi mano, trazando en una hoja del block de dibujo.

El paisaje de en frente es perfecto para ser plasmado en una hoja o lienzo, es tan hermoso que algunos dudarían de que es real.

No puedo contener esos nervios, o emoción, quien sabe cual de los dos, que tengo hacía la llegada de Tomas. Quien venia con una tarta de fresas por el cumpleaños de Lisa, quien celebra con nosotros su cumpleaños número diecisiete, cumpliendo la edad necesaria para irse a estudiar lo que tanto soñaba. El tiempo volviéndose cada vez menos para que llegue ese momento.

No puedo evitar voltear a cada momento a la lados, por si el estuviese llegando, tanto que siento que me desespero.

Y al pasar aproximadamente una hora, por fin puedo verlo acercarse.

-¡Tom!-grita Lisa, corriendo hacia donde se encuentra-¡Querido y futuro cuñado!

-¿Que?-respondo, sintiendo la vergüenza llegar.

<<Quizás solo escuche mal>> me repito, tratando de ignorar sus palabras.

-Hola Hanne Bell-escucho detrás de mi la voz del aludido, haciendo que voltee de manera inmediata.

Lleva el cabello ligeramente desordenado con rastros de nieve en el, portando una chaqueta color vino, junto con sus guantes característicos y aquella sonrisa que no dejo de admirar cada que aparece.

¿Como hago para que no notes como me siento al verte?

-Hey, Tom-digo, apartando la mochila y dejando un espacio libre para el a mi lado.

-Hola, ¿Quieren unirse?-pregunta Jacobo, parándose frente a nosotros, con una sonrisa.

-¿Tú que dices Bell?

-Me parece bien-respondo.

Y así, es como comienza una pequeña guerra de nieve entre todos los presentes del lugar. Bolas de nieve vuelan de un lado a otro, golpeando a quien la recibiera y las risas nunca estaban de más entre nosotros.

No dejo de observar como Tomas ríe ante cada una de nuestras ocurrencias y como se une a las bromas, pareciendo que estuviese familiarizado a todo esto.

Se encuentra a mi lado, cubriéndome de los golpes, luciendo despreocupado y alegre, una combinación que en cualquier momento hará que mi corazón no resista antes su presencia.

Y en un descuido, el hielo hace que pierda el equilibrio, tomando su brazo y ocasionando que ambos caigamos en la nieve.

-Ups, ¿estás bien?-pregunté, al ver su expresión de asombro, para luego soltar una carcajada dejándome a mi, con su expresión anterior.

Me uní a sus risas, disfrutando del sonido de ella hasta que estas cesaran. Dejando amplias sonrisas en ambos.

-Si, lo estoy.

Sus grandes ojos se veían resplandecientes, tan hermosos como siempre y volví a perderme en ellos como había cada que los veía. Había perdido la cuenta de tantas veces eso sucedía.

A excepción de muchas situaciones, sus orbes parecían de alguna manera trasparentes, como si el hielo en ellos se hubiese derretido y poco a poco, los restos de este permanecieran para darle esa ilusión cristalina.

Era fácil saber que sentía Tomas en estos momentos y más que nada, saber que aquellos sentimientos que mostraban en sus ojos eran para él más que agradables, era una completa maravilla.

El tiempo se detuvo, y sentí que solo éramos nosotros dos cuando pareció observarme de la misma manera en que yo lo hacía.

Hubiese querido congelar ese momento, para estar así cuanto quisiera; pero solo pude hacerlo en mis recuerdos.

Decidió salir de la burbuja al escuchar las voces de los otros dos, y frente a mi apareció su mano, tendiéndola para ayudar a levantarme, la cual acepté.

Y de un solo tirón ya estaba de pie frente a él.

-Traje lo que me pediste-dice, sin soltar mi mano.

-Podríamos dársela ahora.

Asiente, concordando con mis palabras.

Su mano acaricia la mía de una manera sutil, sin dejar de lado el hecho de que ambos llevamos guantes, aún así la sensación no se pierde.

¿Qué estás haciendo Tomas Wolf?

¿Qué está pasando por tu mente justo ahora?

Sin perder más tiempo, vuelvo al agarre de su mano y nos guío hacia la cumpleañera, con el regalo en manos de ambos.

-Lisa-la llamó,captando su atención-. Nos gustaría darte algo.

-¡Ay no me digan! Quiero adivinar-sonríe, dando pequeños saltos y moviendo sus manos con emoción-.Es... ¿helado? Amo, el helado.

-No-respondemos al unísono.

-¿Algún collar?

-Tampoco.

-¿Un libro de biología marina?

-No esta ni remotamente cerca de eso-menciona Tomas, divertido con la actitud de nuestra amiga.

-¿Y entonces?

-Pues..-mire a él chico de ojos grises a mi lado y ambos sonreímos con complicidad.

-Te hemos traído algo que según me contaron, no habías comido en algunos años.

Le extendemos el pequeño paquete en sus manos y la respuesta de lo que se encontraba dentro ya era visible ante Lisa.

-¡Una tarta de fresas!

Aquel postre era su favorito, aunque llevara años sin degustarlo, por el hecho de que solo comía aquel que preparaba la señora Rose, su abuela.

La castaña se abalanzó hacia ambos, tomando por el brazo a Jacobo para unirlo a lo que se suponía que era un abrazo.

Se sentía cálido, a pesar de que aquel abrazo era un poco incómodo por ser cuatro personas, no era desagradable, al contrario, daba la sensación de sentirse a salvo y en paz.

Y quizás era gracias a quienes estaba abrazando con tanto esmero.

¿Como cuatro personas podían volverse indispensables en mi día a día?

Eso asusta, asusta el hecho de que algún día ya no estén, pero quisiera pensar que estarán lo suficiente.

Aún así, solo creeré en el presente.

Así como creo que Tomas se quedará al igual que los otros tres.

Así como creo que me observa de la misma manera que mis ojos lo hacen.

Así como creo que no es tarde para ayudarlo.

Así como creo que se que es lo que siente en estos momentos por el brillo en su mirada.

Así como creo en...

Creo muchas cosas y solo espero que al menos, algunas sean ciertas.

Las estrellas también llueven en otoño (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora