Capítulo 21

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Aiden continuó eliminando los escasos centímetros que nos separaban hasta que sus labios tocaron los míos, iniciando un beso lento, suave y cariñoso.

Los besos románticos no me parecían su estilo, pero eso no era lo más raro. Lo más extraño fue que no sentí el más mínimo deseo de apartarlo; al contrario, lo quería cerca y mucho...

Mi mente estaba en blanco. No pensé en nada ni en nadie, solo en lo mucho que me estaba gustando el rumbo de las cosas.

Aiden hizo que me acostara lentamente en el sofá mientras él continuaba encima de mí. El beso estaba tomando otra dirección. Se estaba volviendo apasionado, fuerte y demandante. Nuestras lenguas solo pensaban en explorar la boca del otro.

Al traer puesta una falda, pude sentir el efecto que estaba teniendo esto en Aiden, quien comenzó a besar mi cuello mientras acariciaba todo mi cuerpo. Luego agarré su rostro para volver a besarlo mientras lo despojaba de su camisa.

No entendía qué me pasaba, yo nunca fui así.

Cuando nos separamos para tomar aire vi a alguien mirándonos.

—Carter —murmuré, espantada. Rápidamente aparté a Aiden—. ¿Cómo entraste aquí? —indagué, nerviosa.

—Te encuentro así y, ¿me preguntas eso? —Su voz quebrada reflejaba un dolor inmenso.

—Carter, lo siento... —balbuceé poniéndome en pie mientras me acercaba a él, vacilante.

—No te acerques —gruñó entre dientes—. Pensé que tú eras diferente... —Al decir eso, salió caminando con pasos agigantados.

Cuando iba a correr tras él Aiden sujetó mi brazo.

—Mia.

—No, Aiden. Debo ir tras él. —Después hice exactamente lo que había dicho: corrí tras Carter lo más rápido que pude con la esperanza de alcanzarlo.

Al salir de la casa, lo vi dirigiéndose a la entrada enrejada.

—¡Carter! ¡Carter, por favor! —lo llamé, pero no se volteó.

Intenté correr aun más deprisa. Mis ojos estaban esforzándose por contener las lágrimas. Me odiaba por haberle hecho daño y, especialmente, con su mejor amigo.

—¡Carter! ¡Escúchame, por favor! —grité cuando estaba a pocos metros de alcanzarlo. Él se detuvo en seco. Lentamente se giró y luego:

—¡¡¡Carter!!! —salió el desgarrador grito desde lo más profundo de mi garganta.

Carter había acabado de ser atropellado por un auto que pasó a toda velocidad, el cual no se detuvo a ayudarlo, hasta parecía que habían querido matarlo.

Mis ojos se quedaron muy abiertos al observar la parábola que hizo su cuerpo después del impacto.

Corrí hasta él.

Lentamente caí arrodillada frente a su cuerpo inerte.

Nunca vi tanta sangre en toda mi vida.

Algo me decía que sí, pero no me atrevía a comprobar si ya estaba muerto.

No quería tocar su cuerpo sin vida.

Cualquier rastro de ese chico dulce y alegre se había ido.

Y todo por mi culpa.

—Carter... perdón —murmuré mientras las lágrimas corrían.

Sentí una mano sobre mi hombro.

—Mia. —Me zarandeó un poco—. ¡Mia!

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