Capítulo 23

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Después de la escena en el gimnasio Carter decidió llevarme a una cafetería que él adoraba, la cual yo desconocía.

Nos sentamos en una mesa para dos que estaba junto a la ventana de cristal, leímos el menú y esperamos a que alguien viniera a atendernos.

—Buenas tardes, ¿qué desean consumir? —preguntó la mesera con un tono educado, mirando su libreta.

—Sam —musité.

—¿Mia? ¿Carter? ¿Qué hacen aquí? ¿Juntos?

—Nosotros... —balbuceé, intentando buscar una excusa.

—Acaso ustedes dos... ¿están saliendo?

—Sí —contestó Carter.

—No —respondí yo al mismo tiempo que él y luego lo pateé por debajo de la mesa.

Puse una expresión de furia y él, una de dolor debido al golpe.

Lo voy a matar.

—¿Sí o no? —preguntó Sam, confundida.

—Solo vinimos a tomar algo, es todo —dije finalmente.

—Ok... —No se escuchó muy convencida, pero al menos dejó de hacer preguntas—. Entonces, ¿qué desean consumir? —regresó su tono profesional.

Sam se marchó después de que pidiéramos nuestras bebidas.

—Te mataré —gruñí.

—Lo siento, se me escapó.

Suspiré, derrotada. No tenía caso enojarse ahora.

—Intenta tener más cuidado, por favor —le pedí.

—Lo haré. Perdón. —Puso una expresión de niñito regañado absolutamente adorable, pero no me iba a ablandar.

—Voy al baño —me excusé.

Al llegar allí, lavé mi rostro.

—Así que tú y Carter, Carter y tú —escuché canturrear a una voz femenina que conozco muy bien.

—Sam —murmuré al ver su reflejo en el espejo frente a mí.

—¿Por qué no me lo contaste? —Me giré para verla directamente.

—¿Contarte qué?

—No te hagas la tonta. Sé que ustedes están saliendo. —Bajé la mirada—. Pensé que ya me tenías más confianza. Yo te conté todas las posiciones en las que me follé a Dave y, ¿tú no pudiste decirme siquiera que estás con Carter? —reclamó.

—Lo siento... es que yo... no quería... —Ella colocó sus manos en mis hombros.

—Ya te dije que no debes preocuparte por mí, debes preocuparte por tu felicidad.

—Lo siento...

—Lo que me duele es que me lo hayas ocultado.

—En realidad... se lo he ocultado a todo el mundo.

—¡¿Qué?! No me digas que lo hiciste por mi causa. Sabes que estoy con Dave y... que no me puedo quejar...

—Pues... —murmuré, desviando la mirada.

—A no ser... que hayas querido ocultarlo de alguien más... —comentó, pensativa—. ¿Hay alguna reacción que te asuste...?

—¿Reacción?

—¿Tienes miedo de que alguien explote cuando se entere...? —preguntó, arqueando una ceja.

—No. ¿Quién haría eso? —me hice la desentendida.

Todo lo que siento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora