Capítulo 32

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Mia.

––¿Puedo entrar? ––pregunté después de tocar la puerta.

––Entra ––lo escuché decir.

Carter se encontraba sin camisa dejando a la vista su muy trabajado torso. Aunque el resto de su cuerpo era tentador, mi mirada se desvió directamente hacia su rostro. Me acerqué y coloqué la mano en su mejilla con la mayor delicadeza posible.

––Tenía la esperanza de desviar tu atención de mi cara con otras cosas; pero, al parecer, no funcionó ––bromeó.

—Créeme, casi funciona ––intenté seguirle el juego, sonriendo; pero luego mi expresión se volvió seria y continué mirando su rostro mientras lo acariciaba.

Estaba destrozado. Nunca pensé que Aiden pudiera ser tan violento, que su rabia, sus celos o lo que sea pudieran tener este tipo de consecuencias.

Carter tenía rotos el labio inferior, el tabique y la ceja izquierda.

Tenía uno de sus ojos morado y en el otro tenía una incipiente contusión.

—Pudo ser peor ––dijo con una leve sonrisa.

—No es divertido, Carter —lo regañé con suavidad, hundiendo el entrecejo.

—No lo decía en broma. Es solo que he visto la magia de los puños de Aiden y, créeme, esto no es nada —aseguró.

—Para mí lo es… ––murmuré con pesar y aflicción, desviando la mirada hacia el suelo y apartando mi mano de su lastimado rostro.

Todo esto es mi culpa.

No debí ceder. Debí mantenerme firme en la idea de estar alejada de los hombres. Siempre estuve bien así.

Carter colocó su mano en mi mejilla y dijo:

—No es tu culpa. ––Mis ojos buscaron los suyos––. Sé que estás torturándote y pensando que pudiste haber evitado todo esto si no hubieses aceptado salir conmigo.

Este chico es adivino, ¿cómo lo hace?

—La verdad es que me siento un poco culpable —admití en un murmullo lo que él ya suponía.

—No fuiste tú quien me golpeó —intentó consolarme.

—Pero fue por mi culpa que te golpearon —repliqué en voz baja, rememorando la horrible pelea que lo había dejado así.

—Y lo soporté gracias a ti. —Acunó mi rostro entre sus manos—. Tú lo vales todo.

Al escuchar sus palabras, coloqué mis manos en su pecho y lo aparté ligeramente para luego ponerme de espaldas a él.

—No hagas eso ––le pedí.

—¿Qué?

Hablar como si fuera la mejor chica del mundo, como si mereciera cualquier sacrificio, como... si fuera perfecta.

Él se acercó y colocó sus manos en mis hombros en un gesto alentador.

—Sé que no eres perfecta, pero eres la mejor chica que he conocido. ––Me hizo girarme lentamente y sujetó mi rostro entre sus manos de nuevo––. Y eres la única por la que siento que vale la pena cualquier sacrificio.

—No merezco que destrocen su amistad por mi causa —opiné, negando ligeramente con la cabeza.

—Ya te dije que no es tu culpa. Aiden y yo somos los culpables ––emitió con sus manos a ambos lados de mis hombros, mirando el vacío como si estuviera recordando algo––. Yo sabía que le gustabas, pero pensé que eras uno de sus tantos caprichos, sin embargo a mí me gustabas de verdad, por lo que decidí seguir adelante. No me importaron los sentimientos de Aiden. Fui un egoísta. —Esa última frase la pronunció en voz baja, avergonzado.

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