Al escuchar esa voz, quité la mano del rostro de Aiden y rápidamente me puse en pie.
—No, no interrumpes nada ––aclaré apresuradamente.
Aiden se paró del suelo y saludó al visitante.
—¿Qué pasa, Carter?
—Aiden, ¿podrías traer mi chaqueta? La olvidé la última vez que vine.
—Y yo que tenía la esperanza de que no te acordaras. Quería quedármela, amo esa chaqueta ––bromeó Aiden.
—Te obsequiaré una igual en tu cumpleaños.
—Pero falta demasiado ––se quejó como si fuera un niño pequeño e impaciente.
—Acaba de traerla, ¿quieres?
—Ahora regreso.
Carter siguió con la mirada a Aiden mientras subía las escaleras.
Cuando finalmente desapareció volvió su mirada hacia mí y en un veloz movimiento agarró ambos lados de mi rostro y me besó.
—¡¿Carter, qué haces?! ––murmuré, nerviosa y exaltada, apartándolo con delicadeza, pero a la vez con determinación.
—Creo que era muy obvio lo que estaba haciendo ––replicó con una media sonrisa y arqueando una ceja.
—No me refería a eso. ––Desvié la vista—. Me refería a que no lo puedes hacer. Cualquiera podría vernos. Ya Sue se enteró…
—¿Hasta cuándo tendremos que ocultar esto? ––reclamó, alternando su mano entre ambos—. No entiendo por qué tenemos que hacerlo.
¿Y ahora yo qué digo?
—Pues… ya te dije que no me siento lista para… contarlo.
—Llevamos casi un mes y, ¿aún no te sientes lista?
Él estaba comenzando a perder la paciencia.
—Eh… no…
Suspiró.
—Está bien. Iremos a tu paso.
—¿No estás molesto porque, mientras tú quieres correr, yo voy gateando? ––Soltó una leve risa.
—No. Puedes gatear durante el tiempo que quieras ––respondió, sonriendo. Luego se sentó en el sofá y yo lo seguí.
—Eres tan comprensivo, es una de las cosas que más me gustan de ti ––admití.
—Eso y mi risa ––puntualizó, burlesco.
—La próxima vez que vaya a elogiarte lo pensaré dos veces.
—Es que no lo haces mucho, así que me parece épico cuando pasa. Me gusta que expreses tus sentimientos, como casi nunca lo haces. Es por cosas como esa que estoy dispuesto a esperar a que quieras caminar…
Desvié la mirada.
Soy incapaz de mirarlo cuando se pone en plan… ese plan…
—Por cierto, ¿qué estaban haciendo Aiden y tú cuando llegué?
—Estábamos… no vayas a malinterpretar lo que viste ––me apresuré a decir.
—Precisamente por eso te estoy preguntando.
—Cuando llegaste… Aiden estaba… sensible.
—¿Sensible? ¿Aiden? ––repitió, escéptico.
—Es que… me contó algunas cosas que lo dejaron un poco perturbado… y yo estaba intentando consolarlo ––expliqué.
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Todo lo que siento
JugendliteraturPerseguida por los fantasmas de su pasado, Mia West perdió la motivación para vivir, volviéndose temerosa y solitaria. Por azares del destino conoce a un chico que revivirá todos los sentimientos que ella creía enterrados. Aiden Thunder vive en un...