Entré con entusiasmo a la oficina.
-Buenos días, señor Leo - lo saludé y dejé mi cartera en el sillón.
-Hola - respondió cortantante. ¿Qué bicho le pico? De todos modos no me iba a quitar mi buen genio que traía.
-Disculpe jefe, ¿Dónde tiene las cortinas para cambiarlas? - pregunté.
Señaló una caja de cartón y enseguida me dirigí hacia ahí. La tomé y empecé a buscar unas cortinas que se miraran bien en su oficina.
Tomé unas color gris y las lleve a la ventana, arrastre una silla y me subí sobre esta, quite las otras cortinas y empecé a poner las otras.
-Cuidado se cae, señorita - me advirtió mi jefe. Le sonreí y negué.
-Tengo siete vidas - le recordé.
-Si usted lo dice - contestó seco, me giré un poco y me crucé de brazos.
-Debería de tomar más agua, jefe - le recomendé.
-¿Para qué?
-Para que deje de hablar seco - me mandó una mirada y siguió en su trabajo. Ay que amargado era.
Seguí acomodando las cortinas, sin embargo su maldita advertencia se alió con mi mala suerte.
Caí sentada al suelo tras caerse la silla.
-Estoy bien, gracias por preguntar - dije sarcástica.
-Yo le dije que cuidado se caía - me reprochó.
-¿Por qué anda tan amargado hoy? - interrogue.
-Siga su trabajo - me esquivó la pregunta, suspiro molesta y con mi paciencia enorme que tenía seguí poniendo las cortinas.
Después de colocar las cortinas sali de la oficina y me encontré con la conserje, nos pusimos a hablar en medio pasillo.
Al volver a la oficina abrí la puerta y miré al señor Smith dormido sobre su escritorio, ¿que le estaba pasando? Parecía últimamente estresado y lleno de preocupaciones, parecía andar un tercer mundo.
Salí de nuevo de la oficina y cerré la puerta. No me gustaba ver a las personas amargados ni mucho menos serias más de lo que deberían, pensaba que que era mejor mantenerse alegre antes que serio, que uno debía vivir sonriente, feliz, sin importar lo que estuviera pasando, sonreír incluso hasta en los momentos más difíciles, a un así. Pocos los hacían, muchos solo demuestran lo que sienten y lo tiran todo a la borda.
Volví entrar a la oficina después de una media hora con una taza de café y unas galletas.
Miré a mi jefe ya trabajar en unos papeles y serio siempre.
-Le traído café - asintió.
-Gracias, señorita.
-Con gusto.
////
-Trae mi maletín por favor - ordenó, asentí y lo agarré, salimos de su oficina y empezamos a caminar por el pasillo y estar al ascensor.
Después de salir del ascensor nos dirigimos a fuera del edificio y nos acercamos a su auto y entramos. Este arrancó y salió del estacionamiento, salimos del lugar y empezó a conducir para quien sabe donde, porque no me dijo.
-¿Puedo poner música? - asintió, tomé mi celular y conecté el clave de auriculares a mi celular, puse una canción.
No sabía si a él le gustaba o no, yo solo la puse. El iba en silencio.
-¿Por qué tan serio, señor? - pregunté con un tono divertido, sonrío de medio lado y suspiró, sin dejar de verlos el camino y con sus manos al volante me respondió.
-Solo un poco cansado por el trabajo - asentí.
Empecé a cantar por lo bajo, mientras miraba por la ventana pasar todo rápido.
-¿Por qué trabajas en ves de estudiar? - lo escuché preguntarme, suspiré y lo miré.
-Quería liberarme un poco de tantas letras, segundo porque no pude ir hacer el examen de admisión y tercero porque mi economía no es las más buena en este momento - argumente.
-Puedes estudiar el año que viene ¿no? - esa respuesta no lo sabía, estaba absorta ante esa situación.
-Tal vez.
-Comprendo.Llegamos a ese dichoso lugar que dijo el señor Leo, y entramos. Un mujer de unos veintisiete años, muy elegante apareció ante nosotros. Esta saludó sutil y coquetamente a mi jefe, que con una sonrisa este la saludó amablemente y se alejaron por un pasillo charlando ¿y yo donde quedaba? ¿Era invisible? Empecé a caminar rápido para ir tras de ellos, sin embargo un guardia me detuvo.
-Señorita usted no puede pasar.
-¿No? ¿Por qué?
-Esa zona es solo para invitados.
-Yo vine con el señor Smith
-¿Su tarjeta de invitación?
-No tengo tarjeta de invitación.
-Entonces no puede entrar.
Miré al hombre molesta y me giré para empezar a caminar hacia la salida, obstante me di media vuelta y quise pasar corriendo por donde el guardia, pero el tonto me atrapó y me sacó a la fuerza del sitio.
Me sentía molesta con mi jefe y con el aguarda de seguridad. Me senté en las bancas de afuera y esperé a que saliera el señor Smith, que para ser exacto tardó una hora y media dentro. Cuando salió me miró y se acercó.
-¿Por qué no entró?
Y todavía lo preguntaba. Tan emocionado estaba que se olvidó de su asistente. Me levanté y lo miré seria.
-El guarda no me dejó pasar.
-¿Por qué? ¿Qué hiciste?
-¿Cómo que, que hice? Pues no tenía ninguna invitación para entrar.
-Ya veo, para en otra ¿nos vamos? - ya era hora. Me dirigí a su auto y subí.
-¿Por qué va molesta? - preguntó burlón.
-No voy molesta, solo tengo hambre.
-¿Pasamos a comer a un restaurante? - preguntó.
Asentí.
Y pasamos por el dichoso restaurante, ambos pedimos comidas diferentes, comimos y luego proseguimos el camino.
/////
—Dígame usted— empecé, me volvió a ver esperando a que le iba a decir —¿A hecho alguna travesura alguna vez?
— Mi apellido se llama travesura.
—¿Una aventura? — pregunté.
—Otra diría yo. — contestó —Hay cosas que ni quiera conoce usted creo yo, en cuanto a aventura se refiere —agregó, sonreí burlista por la situación.
—¿Sí lo invito a una copa?
—¿y si me acerco a tu boca? — Al parecer entendió lo que le dije.
—Y si te robo un beso — prosegui, sin embargo no contestó —Ah, era una broma, aburrido.
Me quejé, me volvió a ver y sonrío con burla.
—Lo que usted diga, niña.
Ah, a veces me molestaba que lo dijera con ese tono de burla al decir "niña" no me importaba si me decía niña o no, pero me decía niña aveces con tono de gracioso.
🥰🤣😪
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Eres Una Niña (Mi Versión)
RomanceMoría porque al menos me mirara de la misma forma que yo lo hacía. El empezó como mi jefe, su nombre era Leonard Smith, era un hombre elegante, divertido, pero me contrató para que yo lo ayudara hacer su trabajo y asistirlo. Desde el momento que lo...