Capítulo Ocho

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Las cenas grupales no eran lo mío, jamás lo serían. Mi jefe estaba sentado a mi lado, mientras conversaba con los demás. Suspiré, estaba aburrida. Me puse de pie y me dirigí fuera de la casa del nuevo socio de mi jefe, realmente no sabía como enfrentar a mi jefe todos los días, tenerlo tan cerca, oler su perfume varonil y fresco. Su cabello oscuro siempre estaba bien peinado.

Me detuve a la orilla de la piscina, miré el cielo, resople, teia calor estar ahí dentro con todas esas personas.

Siendo sincera quería hasta renunciar, pero no tenía como encontrar otro trabajo rápidamente. Siendo el caso tendría que mudarme y eso estaba más difícil que vivir debajo de un puente.

Todas las mujeres sentían elegante, era la única que vestía diferente. No tenía pensando venir con mi jefe, pero al fin y al cabo terminé yendo con él.

Su carácter era algo estresante cada día, a veces de buen humor o simplemente ignoraba a todos, un hombre de su edad a mi edad era totalmente distinto, quizás por la diferencia de edad o pensar que teníamos.

Decido dejar la tonta cena y mandarle mensaje luego que me voy a casa.

El clima estaba bastante frío afuera, al salir, me dispuse a caminar por las aceras en silencio. Pronto la lluvia empezó a caer, para mi mala suerte no traía paraguas y tuve que ir mojando me, las personas que a un rondaban iban de un lado a otro tapándose.

Pronto un auto familiar se detuvo adelante y abrió la puerta, al llegar me fije por la ventana, definitivamente era mi jefe.

-Sube - me miró desde su asiento, terminó de abrir la puerta para que subiera y enseguida lo hice, me miro serio.

-¿No podías esperar un poco? - juzgó, lo miré sin interés y algo molesta, el toda la noche había pasado hablando con esas mujeres, mientras les sonreía coquetamente, quizás alardeaba de su vida o yo que se.

Suspiró y pronto quitó su sacó y me lo pasó.

-Póntelo - habló autoritario, lo miré y tomé su sacó, me coloque y enseguida este empezó a conducir nuevamente. Tenía frío, me moría de frío, iba remojada y mi ropa estilaba, la lluvia era bastante fuerte para decir verdad.

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Sentí un poco de calidez, fue cuando me di cuenta que el señor Smith me cargaba. Pronto abrió una puerta, entró a la habitación y me dejó sobre la cama. Llevó su mano a mi frente.

-Eres una necia y terca - dijo serio - Cámbiate - tras decir eso señaló un camisón y una toalla encima del mueble, salió de la habitación, y después de unos minutos regresó con una taza y un pañuelo, me lo puso sobre mi cabeza.

Su ropa era cálida, me había cambiado lo más rápido posible. Me preguntaba ¿Dónde diablos estábamos? ¿Acaso me trajo a su casa? ¿Era cierto o un sueño? No estaba en una condición para hacer preguntas, quizás me echaría de su casa pronto si le comenzará a interrogar.

/////

Al día siguiente desperté por un par de toques en la puerta, pronto dije un adelante y enseguida este apareció vestido con el traje de siempre.

-Buenos días ¿Te sientes mejor? - preguntó, lo miré y asentí.

-Buenos días - fue mi única respuesta. Sentía el sabor de mi aliento amargo.

-Deberías ir al hospital, para que te revisen - dijo.

-Ah, creo que no es necesario, yo...

-No quiero empleados enfermos en mi trabajo, por cierto si quieres desayuno puedes hacer, yo me tengo que ir o llegaré tarde- dicho eso se fue, maldito amargado, como puede solo decir eso. Miré mi ropa seca en el mueble ya ¿La había secado? Pronto me puse de pie y tomé la ropa, me la coloqué y salí de la habitación, miré la casa, era bástate normal a como quizás me la imaginaba.

Eres Una Niña (Mi Versión) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora