Capítulo Nueve

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Almorzamos juntos, pero, con su mirada encima, no obstante apartaba la mirada cada vez que me miraba ¿Acaso me veía distinta hoy? ¿Traía algo raro? No sabía porqué actuaba de esa manera, si siempre me evitaba o me había esquivado sus miradas.

Cuando al fin enfrenté su mirada, bajé mi vista a sus labios, siempre tenía ese toque color rosa pastel, y alineados perfectamente, dejé de mirarle y tomé un poco de agua.

Para cuando volvimos al trabajo, él se concentró en su lapto, mientras, yo limpiaba unos estantes.

Todavía recordaba la mujer en su casa, no tenía belleza extrema, pero tenía algo más, no, me equivocaba, tenía a alguien a quien yo no podía tener, ¿Acaso era obsesión? ¿Acaso la obsesión era lo que yo sentía por él? Que con verlo, no le encontraba ninguna imperfección, incluso su nombre para mi era maravilloso, su mirada divertida y sus respuestas graciosas las encontraba encantadoras, cualquiera que lo supiera me diría que estaba mal de la cabeza, siempre tenía miles de ideas rodeando en mi cabeza, pero jamás me atrevería a hacer una de ellas.

Tenía diecinueve años, para cualquiera que me escuchara me diría "está loca" y siempre que decía mi edad, la gente me decía "eres una niña" o "estás muy joven" ¿Qué le encontraban de maravilloso humillarme de ese modo? Sabía que que tenía poca edad y me decían no hagas imprudencias que mañana te arrepentirás, pero, si no doy un paso adelante y me arriesgó a crear mis propios errores ¿Entonces quieren que vivan en la ignorancia? Los errores son parte de la vida del cual te arrepentirás diez años más tarde, son los que te hacen crear tu propia experiencia, tus propias conclusiones como si se tratará de un proyecto en un proceso determinado. Mi vida apenas era un brinco a la orilla del río, que apenas estaba por comenzar una nueva lucha entre tirarme al agua y arriesgarme que la fuerza del agua me llevara hacia río abajo, o simplemente esperar a que llegue algún bote, pero, si quería llegar rápido tenía que usar mis propios medios.

En cuanto conocí a Leonardo, fue como ver al otro lado del río mis ventajas, el me llevaba diez años, me doblegaba antes mis experiencias a las suyas, para mi era él ese universo lejano que no puedes tocar, pero solo admirar desde un punto que todos pueden hacerlo.

Salí del trabajo horas más tarde, el aún se quedaba, mientras yo salí, ya no aguantaba estar en el mismo lugar que él. Caminé por la acera con los audífonos puestos, algunas lágrimas cayeron.

Metí la mano en mi bolso, retrocedí y regresé.

-Volvío, señorita - dijo el guarda de seguridad, asentí y me dirigí a la oficina de mi jefe, sin embargo, me detuve al escuchar la voz del señor Smith exaltada.

Me quedé escuchando su voz y la de alguien más.

-Tú no sabes nada - habló mi jefe.

-Eres mi novio, sin embargo te comportas como si no lo fueras, solo te la pasas aquí, siempre que voy a tu casa no te encuentro, me evitas, pareciera que ya ni me quieres y sabes que pienso que esto se irá terminando pronto.

-Stepheny no exageres, sabes que pasó aquí por el trabajo, siempre estoy ocupado, tengo reuniones que atender, clientes con los que tratar y tú solo piensas en ti misma, pasaría tiempo contigo si no me empezarás a reclamar todo lo que hago y no - dijo exasperado, solo me quedaba escuchando y tratando de asimilar lo que ella le echaba en cara.

-¿Cómo puedo estar segura que no me engañas? Si día a día te vas alejando de mí, ayer que fui a tu casa me encontré con una tonta chica, disque fue a limpiar tu casa cuando yo misma voy hacerlo los fines de semana temprano ¿Me crees tonta? ¿Acaso sales con ella?¿Es eso? ¿Me quieres cambiar por una niña? Que mísero saliste, mejor me voy.

Eres Una Niña (Mi Versión) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora