Capitulo 63.

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- Entonces estás decidida... - Suspiró Jisoo recostada de espaldas en el balcón de su departamento - Bueno, entiendo que no quieras quedarte después de todo lo que pasó.

Lisa estaba a su lado recargada de la baranda mirando la ciudad con una cerveza en la mano, el fresco viento nocturno batía su cabello, pero era bastante agradable.

- He estado pensando en un pequeño cambio a mi ritmo de vida - Dio un sorbo a la lata la pelinegra.

- Alguien de tu calibre no debería tener problema en encontrar trabajo en cualquier parte - Asintió la pelirroja y luego su tono cambió a uno un tanto ¿Triste? - Será solitario ti... - Confesó y la cirujana se volvió a verla incrédula - ¿Quién vendrá a molestarme en medio de la noche por alguna estupidez cuando no estés? - Hizo puchero - ¿Y quién será mi compañera de tragos? Agh, ya te extraño Lisa, imbécil - Abrazó sin previo aviso a su amiga tomándola por sorpresa.

- ¿Desde cuando eres tan dramática, Chu? - La alejó incomoda por la repentina actitud pegajosa, algo así era extremadamente raro en ella - ¡Sólo me mudo de ciudad, no del mundo de los vivos! - Bromeo para aligerar el ambiente - Y si tanto me extrañas compra un pasaje de avión y visítame, perra tacaña.

- Tampoco te extraño tanto, creída - La soltó con gesto de desagrado dándole un golpe en el hombro.

Ambas rieron por un rato hasta volver a quedar el silencio soltando un suspiro mutuo.

- ¿Todavía no le has dicho? - Preguntó Jisoo más seria y Lisa negó con la cabeza antes de volver a tomar de su trago - ¿Y qué estás esperando?, ya han pasado como dos semanas desde que la operaste, ¿No la extrañas? - Se cruzó de brazos confundida, a veces no sabía si su amiga era difícil de entender o si simplemente era una idiota - ¿No sería más fácil que fueras a hablar con ella y terminen con esta tontería?

- Jisoo, ¿Crees en destino? - Preguntó con una leve sonrisa y ésta arqueó la ceja - A veces pienso que lo mejor dejarle las cosas al destino.

- Ay, no puede ser - Rodó los ojos llevándose la palma de la mano a la frente - Aparte de cursi, el enamoramiento te volvió mística... Aja, como tú digas, Gandhi...


[...]

Finalmente, el día llegó en que Rosé fue dada de alta, su progreso había sido excelente, sin ningún tipo da problemas más allá del dolor de su cicatriz y las secuelas obvias de una operación de esa magnitud, pero del resto su progreso se consideraba satisfactorio y altamente exitoso. Todos los miembros de la familia estaban emocionados de tener a la rubia de vuelta en casa y por supuesto ella también estaba feliz de abandonar el hospital de una vez por todas.

Sin embargo, había algo que no le permitía disfrutar plenamente de tan esperado acontecimiento. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, tantas preguntas y dudas desde que se enteró que Lisa había sido su cirujana. Todo el tiempo que estuvo en recuperación mantuvo la esperanza de encontrarse casualmente con la pelinegra en los pasillos, o de que fuera a hacerle algún tipo de seguimiento, o algo así, después de todo fue ella quien la operó. Pero eso nunca sucedió y conforme pasaban los días no dejaba de preguntarse si Lisa la odiaba por lo que le hizo, y si sólo cumplió su promesa porque es una mujer de palabra. Ya no estaba segura de nada, ni siquiera de su propia decisión que cada vez se hacía más difícil de mantener.

Jimin llegó por ella para volver a casa por fin, la chica se despidió del personal que había sido tan amable durante todo este tiempo. Recibió un par de indicaciones de parte del Dr. Jin, firmo algunos papeles y ya estaba lista para abandonar el hospital. En el momento que salió de éste junto a su hermano se detuvo por un instante y volvió su mirada al edificio sintiendo un pequeño nudo en el estómago, para luego continuar con su camino. Subió al auto y estuvo en silencio todo el camino hasta llegar a casa.

Cuando entró sus tíos la recibieron rebosantes de júbilo, y la joven hizo su mayor esfuerzo por corresponder la cálida bienvenida con su mejor cara y sonrisa antes de subir a su habitación. El castaño la ayudó cargándole el bolso escaleras arriba para dejarlo junto a la puerta dentro del cuarto.

- Asegúrate de descansar Rosie, vendré a buscarte cuando la comida esté lista.

- Vale... - Respondió la menor con la mirada perdida abrazando su peluche como de costumbre.

Notando el estado de ánimo de su hermana, el chico se acercó, la conocía demasiado bien.

- Anímate pequeña mocosa - Revolvió el cabello de ésta - No es demasiado tarde, ¿Sabes? - Sonrió - Aún puedes ir y arreglar las cosas con ella... Sólo ve y hazlo, deja de ser tan terca - La rubia suspiró en silencio - Estoy seguro de que te perdonará, no creo que la doc sea una persona resentida - Insistió, pero al no obtener respuesta decidió dejarlo estar - Solo piénsalo un poco... - Le dio una última palmadita en la cabeza y salió cerrando la puerta.

Una vez que estuvo a sola, la fachada de Rosé poco a poco se desmoronó a pedazos con sus lágrimas empezando a salir sin control.

- Lisa... - Sollozó abrazando a Hank con fuerza - Lo siento tanto...

Hundió su cara profundamente en el cuerpo de su compañero de felpa tratando de ahogar su llanto y buscando de cierta forma algo de alivio a su dolor. Fue en uno de esos movimientos de frotar al animal de peluche contra su cara que sintió que su nariz rozó algo raro en el interior del mismo. Extrañada alejó su rostro con los ojos aun enrojecidos y comenzó a tocar el peluche con más detenimiento, palpando con fuerza entre sus dedos hasta que finalmente creyó sentir y oir algo, parecía un objeto sólido. Profundamente intrigada, fue por unas tijeras.

- Lamento hacerte esto Hank - Y procedió a cortar la costura que tenía el osito en su pecho hecha por Lisa.

Con cuidado apartó el relleno de felpa rebuscando en el interior por unos instantes.

- ¿Qué es esto? - Murmuró cuando logró dar con el objeto extraño tomándolo en su mano.

Era un pedazo de papel hecho bolita, pero estaba abultado y sonaba un poco al moverlo. Delicadamente lo extendió revelando su contenido.

¿Te casarías conmigo?

Decía la nota junto a un par de anillos. Rosé se tapó la boca entre lágrimas y de repente las palabras de la pelinegra resonaron en su cabeza, despertándole la memoria.

Él, tuvo un trasplante de corazón...

Está aquí para apoyarte hasta tu operación...

Cuando ese día llegue quiero que pongas tu oído en su corazón y escuches...

Siempre estaré contigo.

- L-lisa - Apretó los anillos en su puño contra su pecho hecha un mar de lágrimas - ¿Cómo pude ser tan estúpida?...

Pulse (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora