Capitulo 19.

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- Hola buenos días jovencita - Saludó amablemente una mujer mayor con uniforme de limpieza.

- Buenos días - Dijo Rosé con una gran sonrisa.

- Aquí tienes, la doctora me pidió que lave ésto - Le entregó varias prendas de ropa limpia en sus respectivas perchas - Vendré todos los miércoles por tu ropa, empezando desde la próxima semana.

- Vale, muchísimas gracias - Se despidió la rubia con una pequeña reverencia.

Cerró la puerta del departamento detrás de si.

- Uhm... Le dije que yo lavaría esto - Murmuró la joven para si misma - Incluso mandó a lavar mi ropa... No tenía que hacerlo - Rodó los ojo pero a la vez sonrió como una tonta - Será mejor que guarde su ropa, supongo.

Tímidamente abrió la puerta de la habitación de la doctora e ingresó caminando de puntillas y sigilosa como si estuviese haciendo algo ilegal. 

- Primera vez que entro aquí - Miró a su alrededor.

Era un lugar sobrio, una amplia cama, estanterías con libros de medicina, una que otra cosa fuera de lugar, pero en general era limpio y ordenado, más de lo que hubiese imaginado. Al lado derecho de la cama estaba lo que parecía el armario, lo abrió y colgó prenda por prenda, para luego cerrarlo.

- Su cama... - Acarició las sabanas - No duerme mucho en ella.

Suspiró sentándose en el borde del colchón antes de dejarse caer de lado sobre la almohada.

- Ya han pasado dos días y no vuelve... Debe estar muy ocupada.

¨Todavía se puede percibir el débil aroma de su perfume en la almohada¨

Girando su cuerpo, se acostó boca arriba con la mirada perdida en el techo.

¨Doctora...¨

Recuerdos de aquel besos que la cirujana le había robado empezaron a inundar su mente, mordía sus labios de sólo pensar en eso, su lengua ágil y experimentada que la invadió haciéndola delirar. Esas imagines tan eróticas mezcladas con el remanente de su esencia, embriagaban a Rosé nublándole la mente.

Mhm.. - Respiró con pesadez pasando los dedos por sus labios y luego bajándolos por su pecho.  

De un momento a otro su cuerpo empezó a arder, incluso la fina tela de su vestido de pijama de seda le molestaba. Su mente comenzó a fantasear como nunca antes, imaginaba esas manos acariciar su piel desnuda. Involuntariamente su propia mano descendió por su abdomen hasta toparse con el umbral de sus bragas y delicadamente se acarició por encima de las mismas.

¨Rosé...¨ 

Evocó esa voz ronca en su mente junto con la sensual mirada de la doctora.

- Ah... - Dejó escapar un leve jadeo - ¡¿Hgk?!

Quitó su mano y se incorporó bruscamente .

- M-mierda... ¡¿En que demonios estoy pensando?!


[...]

Con pesados pasos y un tarro de café absurdamente grande, la doctora Lisa se abre paso por los pasillos del hospital ante la mirada curiosa de todo el personal.

- Manoban - Una gruesa voz exige su atención.

- ¿Si? - Se voltea con cara demacrada.

- ¿Cuánto tiempo llevas aquí? - Cuestiona el hombre mayor castaño, su jefe - Me parece que últimamente te he visto demasiado seguido...

Pulse (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora