Capítulo 19: El templo de la magia

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Chiara Caballero

Me costaba reconocer el lugar en el que me encontraba, se me hacía familiar, pero a la vez no. Su oscuridad embriagaba totalmente el ambiente y traía una frialdad de la cual no te podrías librar, aunque tuvieras una antorcha a milímetros de tu alcance. Lo único que podía hacer era avanzar en línea recta, no había camino alternativo ni puerta que llevara a otro sitio. Las paredes eran altas, diría de unos diez metros, tenía cuadros pintados únicamente de negro, estandartes verdes intensos con detalles y grabados negros, eran simples glifos que no lograba comprender. Habían antorchas de fuego color esmeralda, eran las que alumbraban mi camino hasta el final del pasillo, donde una puerta colosal aguardaba a ser abierta.
Los soldados a cada costado iban a abrirla, sin embargo, yo me hice paso a esa habitación por mi cuenta. Cuando estuve dentro, el frío ya no tenía una presencia inofensiva, sentía que me pinchaba los brazos y espalda como si fueran pequeñas agujas. El decorado y amueblado, no era un lugar cualquiera, al levantar la mirada confirmé mis especulaciones. Era una sala de trono, había uno único y detrás de él un vitral rojizo que daba un aura turbia.
En aquel asiento había un hombre sentado, tenía una túnica estilo arandesa de colores oscuros... O eso creo, la poca luz del ambiente me condicionaba los sentidos. Mi mirada fue directo a sus ojos, pero no pude verlos, estaba ocultándolos. Todo su rostro era una incógnita, era negro como si una máscara de niebla oscura la cubriese. Cuando me notó se puso de pie, su cabeza llegaba casi a tocar el techo, medía seguro alrededor de unos ocho o nueve metros de altura. De por sí yo ya era pequeña al lado de cualquiera, pero esto ya era un abuso.

Me perturbé, la diferencia de tamaño era enorme y lucía mucho más... Confiado, su postura era un claro indicador de que este tipo era alguien con experiencia. Este tipo si me agarraba desprevenida me aplastaría desparramando todos mis sesos por el suelo cual insecto insulso de Terys.

A pesar de mis teorías, él procedió a agachar su espalda ante mi con un brazo detrás de la espalda y con su mano derecha en el centro de su pecho. Me estaba saludando de una manera muy formal. Este tipo era mi enemigo, el mismo que había intentado matarme en Arandia, no era Igor. Sino el mismísimo titán de la muerte.

—Es un placer tenerla del lado ganador, comandante Caballero.

Seguido de eso se repuso sobre su propio eje manteniendo su espalda recta. Comenzó a oírse una risa, que gracias a la extensa sala en la que estábamos, las carcajadas rebotaban en las paredes y volvían a mi cabeza una y otra vez peor que los golpes. El lugar se llenó únicamente de su maniática risa que no hacía nada más que atormentar mi mente, cada vez que su volumen se intensificaba, el sufrimiento por oírla también lo hacía.

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Desperté exaltada y desesperada por captar algo de aire, lo primero que hice fue buscar mi collar, al sentirlo en mi cuello me tranquilicé. Había sido una pesadilla horrible, jadeé más y más, con mi mano zurda agarré firmemente el anillo de mi madre y con la derecha sobé mis ojos. Necesitaba tranquilizar toda esta sensación que me había dejado ese horrible momento... Más que nada la realidad que sentí, por un momento me creí una mentira. Estos tipos sabían lo que hacían, intentaban meter miedos en mi cabeza, tirarme para atrás o retrasarnos. Estamos a mitad de nuestro viaje, si no di la vuelta antes no la daré ahora ni después. Hay que mirar adelante y empujar hacia la gloria de la victoria.

Cuando sentí mis manos desnudas sobre mi rostro me confundí, decidí poner los pies sobre la tierra. Ya había pasado el mal momento, no llevaba nada de mi armadura puesto, salvo mis pantalones. Tenía todo el torso completamente vendado, los hombros también, parte de mis brazos y manos. Vendajes firmes que por más de que me moviera no se iban hacia ningún lado. Yo solía vendar mi cuerpo para tener mejor movilidad, sin embargo, las telas por su color y aroma eran nuevas. No sentía dolor o alguna lastimadura en mi cuerpo, ¿Entonces por qué esto?

Metamaniac I: Profecía MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora