Capítulo 27: Hierba mala nunca muere

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Chiara Caballero

Durante todas estas peleas que he tenido y el gran recorrido que he transitado, siento que ya nada puede detenerme. Desde hacía tiempo nada podía, primero mis impulsos hacia la pelea y el duelo, pero ahora es más allá de eso. Es una cuestión de respeto, el final de este largo recorrido y de enseñarles el lugar que nuestros enemigos merecen. Se creen que solo por tener un título y ser alabados por gente son superiores a nosotros, que su inmortalidad los hace más grandes que nada. Que en ciertos aspectos sí lo son, pero en realidad siguen siendo la misma mierda que cualquier persona de esta mediocre humanidad que se ha creado a lo largo de los años.

Todos podemos tener confianza y dejar ir agrandando nuestro ego por cada pelea que se va ganando. Por eso es satisfactorio ver a alguien caer desde lo más alto, porque esa confianza en sí mismo se destruye hasta que no queda nada más que arrepentimiento, decepción y vergüenza. Más aún cuando esa persona está cumpliendo órdenes, porque sabe que su jefe estará enfadado por el trabajo incompleto.

¿Le he agarrado gusto a derrotar dioses? La verdad, sí. Porque si ellos se pueden aprovechar de mis recuerdos, mi familia y mis amigos. Y yo me puedo aprovechar de sus más profundos sentimientos y durante la batalla ir destruyendo aquella valoración de sí mismos que creían tener. Cuando dominas los sentimientos de tu adversario, también llegas a controlar su mente.

Suena imposible ¿verdad?

No hablo de un poder divino o mágico. Es el poder de la dominación. Con sólo mostrarse seguro y estarlo durante la pelea, saber lo que estás haciendo y nunca detenerse... Pronto tu enemigo comienza a caer, se empieza a dar cuenta que sus ataques no funcionan, su orgullo se va deteriorando y así queda totalmente vulnerable ante ti.
Por eso las peleas no son solo físicas, no solo hay que entrenar tu cuerpo para pelear. Sino que también ejercitar la mente. Y para eso no hay un ejercicio claro o algún tipo de instrucción, la misma experiencia de la batalla va fortaleciendo cada parte del ser. No solo hay que estar preparado para recibir golpes, estocadas y cortes. Sino también para ver a tus otros compañeros pasar por lo mismo o directamente verlos morir.

No necesitas poderes para dominar la mente de una persona o una comunidad, pero yo solo soy una mercenaria que debe sobrevivir a sus peleas. Cualquier otra persona que sepa aquel método, podría usarlo para cosas peores que un simple duelo de espadas.

Yo solo quiero acabar con esta guerra de tiranía que atenta contra la gente, mi gente. Ya fueran de Khala o Zador, no me importa, siguen siendo personas. ¿Por qué nosotros los mortales merecemos la ira de los titanes? Nosotros no hemos hecho nada para buscar nuestra autodestrucción... He llegado a pensar que los inmortales son más incivilizados que nosotros, porque veo humanos, pero no humanidad. Nunca he creído en una religión, no tengo el tiempo para rezar o pedir plegarias, como si fueran a escucharme. Deben tener demasiadas cosas para hacer o preocuparse por cosas mucho más importantes que darle atención a simples mortales. Como por ejemplo: mantener sus puestos.

ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ

Luego de haberle dado su merecido al dios Gradyus o como se llame, ya estaba lista para irme a descansar de una vez. Dudaba muchísimo de si había sido un plan de Magnus o no. Él había demostrado suficiente y aunque no fue correcto, espíe su conversación con Rodwin. Hasta ahora es uno de los seres inmortales más maduros que he escuchado. Él sí quiere ayudarnos de verdad. Por más que tenga aquella maldición, sigue con su plan. Parece que sus valores han venido para quedarse, y estoy alegre de que Rodwin haya aprendido de un hombre como él... Hasta preferiría que siguiera aprendiendo de aquel cazador, antes de una mercenaria sanguinaria como yo. Porque al final del día, sigo siendo lo mismo que siempre he sido. Solo que ahora, no vivo entre las sombras, sino en un pedestal por más que lancen flores y halagos, pero yo sé que las antorchas y rastrillos no tardarán en aparecer.

Metamaniac I: Profecía MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora