Capítulo 11: Protector del Rayo

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Chiara Caballero

A pesar de mi estado inútil de torpeza por los alucinógenos que bebí en la sala de alquimia, lograba recordar todo con plena claridad, como la pared se caía en la sala principal, Lázaro cargándome, cuando entramos a la sala de alquimia y terminamos ante la Reina. Me sorprendió mucho ver como él hizo nacer su valía, sin ayuda de nadie se liberó de las cadenas del miedo y enfrentó a la Reina con tal de conseguir lo que necesitábamos. Temí por la vida de él, después de todo la reina hace lo que desea con cualquiera.

Noté que su esfuerzo había sido abismal y también lo reconozco porque él siempre fue muy cobarde, Louis y él lo eran, pero hay una gran diferencia. Louis a pesar del miedo luchaba, pero Lázaro se quedaba estático ante el miedo. No lograba canalizarlo como Louis en el campo de batalla y eso provocaba que se quedara en transe. Como sucedió en el enfrentamiento contra Oddvard, hasta que yo no le grité no se puso a trabajar.

Había maldecido en miles de idiomas a la Reina, era una puerca testaruda que no le importaba nada más que su pellejo, todos los reyes Van Hylen son así y la verdad no me sorprendería ni un poco que su hijo, el futuro rey Dritt, termine siendo de la misma manera. Solo le falta ponerse la corona y obligar a su una mujer a tener una familia, así puede mantener el linaje real.

Lázaro se enfureció, no era bonito cuando una criatura luminosa como él lo hacía. Yo también debía controlar mi ira porque sino no iba a ser capaz de tranquilizarlo. Cuando la reina dio el aviso de que nos fuéramos, Lázaro y yo nos pusimos nuestras ropas normales, devolvimos las prendas de nobles y ya estábamos dispuestos a irnos. Pero faltaba algo, Darío necesitaba tinta de cera de vela para Alomus. Por lo que él me contó, cada diez años necesita de esa cera para funcionar con claridad, ya que sino su tinta se desgasta hasta que vuelva a tener esa tinta.

Ese objeto era muy complicado de conseguir ya que era escaso y eso lo hacía mucho más caro y poco accesible. Supuso que la corona al ser claramente millonaria tendría algo de eso y podrían ayudarle.

Yo les di la indicación a Lázaro y Rodwin de que se fueran del palacio ya que nosotros los alcanzaríamos luego. Darío tuvo unas pocas palabras con el príncipe Dritt para pedirle la tinta y él decidió acompañarnos hasta la biblioteca antes de irnos. Una chica iba a su lado, de cabellos cortos, gafas y tenía un sujetapapeles en mano. En mi opinión se ve más como su novia más que una simple ayudante.

El príncipe es alquimista y uno muy bueno ya que lleva desde los cinco años en el mundo de la alquimia gracias al Rey Edgard, su padre, el cual también es un alquimista. Entonces no veo el por qué alguien con tanto conocimiento y sabiduría necesitaría a una persona a su lado para ayudarle. Solamente lo hace ver de un rango inferior y la reputación es algo imprescindible para la corona.

Los pasillos eran extremadamente extensos, las paredes estaban tapizadas de un papel con un patrón elegante y, seguramente, de un material costoso. El príncipe Dritt y su asistente iban al frente y Darío y yo detrás de ellos siguiendo su paso. El Palacio Van Hylen es muy vasto, entonces tardaríamos un rato hasta llegar a la biblioteca, o al menos eso creo.

Mantuve algo de distancia del dúo que nos guiaba hasta la biblioteca, así Darío se quedaba a mi lado y podíamos tener una conversación sobre algo que me traía muchas dudas desde que peleé contra el Jako.

—Darío... Quiero saber más sobre los poderes, en especial los míos... —Le pedí posando mi mirada en él.

Parecía un hombre totalmente tranquilo y suave a la vista, de hecho lo era. Su trato me hacía recordar mucho a mi padre, un hombre bastante sabio con mucho cuidado y cautela. Pero es tranquilo, no es violento cuando llega la hora de pelear, mantiene su actitud y trato intacto. Además de que debo comentar que su estilo de pelea es muy elegante y poderoso. Nunca vi algo tan así en todos mis años de vida.

Metamaniac I: Profecía MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora