3.

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Fue cuestión de días que Jimin supiera al milímetro la rutina de Jungkook. 

Al menos, su rutina de salidas.

Salía todos los días por la mañana a hacer deporte, muy temprano, sobre las cinco. Jimin lo sabía porque nunca había sido de conciliar el sueño temprano, y entre que trataba de dormirse lo escuchaba cerrar la puerta de su casa. Después regresaba sobre las seis, y no volvía a salir hasta las siete de la tarde para hacer la compra. La hacía prácticamente todos los días. Jimin sabía que con ese horario, o trabajaba desde casa, o no tenía ningún tipo de trabajo. Pero eso era extraño, porque era demasiado joven. No tanto como él, pero sí lo suficiente como para poder mantenerse por sí mismo.

Era muy extraño.

Y Jimin era incapaz de pensar en otra cosa hasta que una duda no se resolvía.

Aquel día, Jungkook subió las escaleras a paso lento a las siete, como solía hacer. Siempre parecía un tanto reticente a llegar a casa, y Jimin podía entenderlo, él se sentía igual.

-Hola- el azabache murmuró con una sonrisa, sentado en un peldaño de la escalera y fumando un cigarro. Pensó que si esta vez se sentaba en medio de un escalón, Jungkook no lo ignoraría como usualmente hacía, pero no funcionó.

Jungkook rodó los ojos y lo esquivó, continuando su camino.

Jimin sacó su as bajo la manga.

-¡Espera! Tengo algo para ti- Jimin se levantó rápidamente, siguiéndolo.

-No creo que quiera o necesite algo de un mocoso como tú.

Jimin se enfadó. Tenía poco aguante. Pero no podéis culparle, era prácticamente un adolescente hormonal. Pensar primero y actuar después no eran su fuerte.

Así que Jimin le lanzó el bollito de chocolate y este impactó contra su espalda. 

Jungkook se detuvo en seco, se giró lentamente y observó perezoso al azabache. Después desvió su mirada al pequeño paquete en el suelo.

-Lo que yo decía, un mocoso- Jungkook se giró de camino a su puerta.

-¡Hey!- Jimin corrió hacia el bollito y lo recogió sintiéndose ofendido- ¡Al menos acéptalo!

-Ten una buena tarde, Jimin- el castaño abrió la puerta de su casa.

-¡La tendré si lo aceptas!

Jungkook gruñó frustrado.

-¿Si lo acepto me dejarás en paz?

Jimin asintió sonriente.

Después de que el castaño recogiera al pobre bollito del suelo, lo alzara mirando a Jimin y este asintiera nuevamente, Jungkook se metió en su casa con un suspiro cansado.

Jimin no lo dejó en paz.

...

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora