17.

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Jimin había deseado que Jungkook lo follara desde hacía mucho tiempo. Iba más allá de su estancia juntos. Desde que lo había visto en las escaleras, había desarrollado una especie de fijación por él, porque era condenadamente guapo y atractivo.

El problema era que ahora que ya lo había conseguido tenía ganas de más. Y no se refería a más polvos, sino a algo más. Porque Jimin aparte de todo era un estúpido que caía demasiado rápido si alguien se preocupaba mínimamente por él.

Y si encima era guapo, atractivo, alto y follaba como un dios, entonces Jimin estaba condenado.

Pasados unos días, Jungkook finalmente desistió en pensar que vendrían por ellos. Se relajó. Y cuando digo se relajó, estoy diciendo que sin perspectivas de hacer algo más, folló a Jimin hasta la saciedad, aburridos de esas cuatro paredes y necesitados el uno del otro porque sencillamente no tenían nada más que hacer y porque había mucha tensión sexual que liberar.

Jimin lo agradeció. Estaba cansado de no hacer nada, y al parecer habían dejado atrás esa etapa fría y extraña donde Jungkook se recluía y sólo le prestaba atención en las comidas y entrenamientos. Ahora también se la prestaba mientras lo jodía. Por fin. Sin embargo, no por eso Jimin pudo conocer más a Jungkook, sólo conoció en profundidad una parte de él, que era su lado pervertido y sucio, pero con el paso del tiempo Jimin se dio cuenta de que no era suficiente.

-¿A veces no te preguntas cuándo va a acabar todo esto?- Jimin musitó una mañana. El tiempo pasaba diferente cuando estaban follando todo el rato. Demasiado deprisa. No habían tenido un momento para hablar, y Jimin lo necesitaba.

Jungkook no contestó.

Ambos estaban en la cama del mayor, porque por supuesto, Jungkook también había desistido en la idea de que durmieran separados. La razón principal era para poder protegerlo mejor y tenerlo a la vista, y porque no iba a echarlo después de follarle hasta los sesos, pero lo cierto es que Jungkook no le diría que lo hacía porque a su lado dormía del tirón durante toda la noche, o que cuando lo miraba dormir la voz de Taehyung se tornaba difusa.

No confesaría algo que ni si quiera él sabía explicar.

-Es como que...- Jimin continuó mirando al techo- Es extraño. Pienso en si esto acabará algún día y a la vez me pregunto qué se supone que tiene que acabar. A veces tengo miedo de pensarlo porque sea lo que sea tengo miedo de que acabe, porque entonces ¿Qué?- Jimin sonaba levemente angustiado- No tengo casa, no tengo familia, no tengo trabajo... No tengo nada.

Jungkook no supo qué contestar porque él tampoco tenía la respuesta. Estaba tan confuso como él. Se había metido en la boca del lobo de rebote y por accidente, y ahora acarreaba con un mocoso de dieciocho años al que proteger.

Él quería una vida tranquila, lo había hecho desde que abandonó el ejército, pero ahora se encontraba inmerso en mafias, secuestros y un chico que tenía unos labios demasiado bonitos como para no besarlos. Eso era un gran problema.

Cuando Jungkook se alejó de todo y todos, cortó todo contacto de raíz. Abandonó a sus amigos del ejército, se mudó a otro barrio y se cambió de teléfono. Quería despertar por las mañanas con la sensación de que estaba seguro en su casa, y que no tenía nada más por hacer salvo regar plantas y cocinar. No pensó que en el apartamento de al lado un chico fuese a necesitar su ayuda algún día, pero sobre todo, no pensó que realmente se ofrecería a dársela.

-¿Por qué haces esto por mí?- Jimin preguntó sacándole de su trance.

Jungkook lo miró fijamente.

-¿El qué de todo?

-Todo. Ese es el problema. Lo has hecho todo por mí y no lo entiendo- Jimin respondió.

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora