19.

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Jungkook condujo bajo el silencio tenso que los inundaba. No había nada que decir, sólo podían pensar en ponerse a salvo. La bolsa de deporte de Jungkook estaba dentro del maletero, junto con toda la comida y armas que habían podido coger. Jungkook había quemado cualquier papel o rastro de su identidad. Sus facturas. Todo. Se había llevado lo justo y lo importante.

Cuando se iba a la guerra, sólo se llevaba lo estrictamente necesario, así que no fue un problema para él desprenderse de lo material. Su casa, sin embargo, su sitio seguro, su tranquilidad... Eso fue algo distinto.

Estaba furioso, con los nervios a flor de piel y la ansiedad surcando por sus venas. No le gustaba tomar el coche. No le gustaban los viajes largos ni salir de casa. No le gustaba nada de lo que estaba sucediendo en ese momento pero sabía que por esa vez, no podría culpar a Jimin, porque no era su culpa. Porque el azabache estaba incluso más asustado que él, abrazándose en el asiento de copiloto y sollozando silenciosamente.

En ese lío se había metido él solito, y ahora era algo totalmente personal.

Habían entrado en su casa, destrozado sus cosas a tiros y habían intentado llevarse a Jimin.

Eso era más que suficiente para que se lo tomara de forma personal. Jungkook ya no podía mirar atrás y arrepentirse del instante en que ocultó a Jimin en su casa porque no lo hacía. No se arrepentía. Lo supo cuando escuchó el disparo en el dormitorio y su mundo se derrumbó.

Había sido una sensación horrible, como una opresión en el pecho que no le había dejado respirar hasta que lo había tenido a salvo entre sus brazos.

Jimin se había sentido igual.

Si eso era amor, o dependencia, o lo que mierda fuera, ya no importaba.

Estaban juntos en eso y eran todo lo que tenían.

Jimin nunca había salido de la ciudad. Ahora comprendía cuando Jungkook había dicho que la tranquilidad y el aburrimiento eran sinónimo de que las cosas iban bien. Que estar encerrado era bueno. Ahora Jimin estaba más fuera de casa que nunca, en mitad de la carretera, con el aire colándose por la ventanilla y secando sus lágrimas ¿Y por qué? Porque ya no tenía sitio al que volver.

Habían destrozado la casa de Jungkook, y se sentía jodidamente culpable de una forma que retorcía su pecho y lo hacía sentir hundido y humillado. Se sentía más culpable que nunca. Esta vez sí y completamente en serio. No tenía valor de mirar a Jungkook a la cara. Había arruinado su vida en el momento en que le había pedido que le protegiera.

Jungkook debía estar odiándolo.

En un momento dado, después de largas horas conduciendo, Jungkook decidió que era momento de parar a estirar las piernas. También porque necesitaba ir al baño y tenía hambre, y porque había escuchado el estómago de Jimin rugir por aproximadamente una hora. Por supuesto, Jimin no había dicho nada.

El castaño detuvo el coche en silencio. Jimin lo miró expectante.

-¿Sabes poner gasolina?- Jimin negó lentamente. Jungkook suspiró y rebuscó en su bolsillo la cartera- Bien, entonces entra en la tienda y compra algo para comer mientras yo lo hago.

-No tengo hambre- murmuró soñando pequeño y miserable y volvió a desviar la mirada.

-Jimin, he dicho que vayas a comprar comida.

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora