Final.

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El sol brillaba en lo álgido del cielo indicando que era el medio día.

Jungkook había despertado media hora atrás y le había dado el tiempo suficiente para vestirse, bajar al restaurante del Omelas para pedir un desayuno para llevar y regresar al dormitorio. Jimin seguía durmiendo en la cama. Jungkook no tenía pensado despertarlo. Que durmiera lo que quisiera. Ya no necesitaban horarios. Podían tomar un respiro y Jimin necesitaba descansar, después de todo.

Bebió de su café abriendo un poco las cortinas de la ventana. Había echado de menos el sol. Supuso que la planta también, así que la colocó junto a la ventana y la regó con lo que quedaba de agua en una pequeña botella.

Le resultaba curioso como, a pesar de todos los días que habían pasado, la plantita había logrado seguir adelante. Debía agradecer a Namjoon por haberla regado. Eso le hizo comprender que a veces se necesitaba la ayuda de los demás para poder resistir.

Sí, Jungkook lo sabía. Lo sabía muy bien pero era un terco.

Tendría que agradecer a Seokjin y cumplir su palabra de no volver a desaparecer del mapa. Quedarse ya no sonaba tan tedioso, no es como si se sintiera forzado a socializar y a ser el amable chico joven que había sido antes de todo. Jimin le daba las fuerzas para ello, pero por si todavía no era suficiente, Jungkook supo que tendría que pedir ayuda a un profesional. Eso le haría las cosas más fáciles.

Estaba un poco cansado de luchar contra todo por sí mismo.

La mañana, o tarde, se sucedió calmada. Demasiado para su gusto y entendió que era porque desde el último encuentro con Min Yoongi, no había sabido más de sus alucinaciones de Taehyung. Eso lo ponía nervioso.

Ya estaba acostumbrado a que Taehyung apareciese de vez en cuando. A veces sólo era una visión fugaz, otras veces su voz, pero ahora no había nada.

Sería cuestión de tiempo que regresara ¿Cierto? Sí, seguro que lo hacía. Siempre lo hacía.

Aunque Jungkook tenía la sensación de que ya no necesitaba que lo hiciera.

Taehyung estaba muerto y era momento de avanzar. Eso no significaba olvidarlo, por supuesto que no. Taehyung siempre viviría en sus recuerdos y a través de él. Jungkook siempre tendría plantitas para que allá donde estuviese el verdadero Taehyung, supiera que haría en su lugar todo lo que él no pudo. Todavía no podía creer que aquel chico del que le habló una vez era el jodido mafioso que les había hecho la vida imposible por meses. El destino era tan curioso.

-¿Se puede saber de quién te enamoras tú, eh?- Jungkook bufó para sí mismo dirigiéndose a Taehyung, aunque no estaba por ninguna parte.

No importaba.

Jungkook estaba seguro de que de algún modo, en algún lugar, su amigo lo estaba escuchando.

Llenó su pecho con respiraciones profundas y se sentó en una silla para tomar un poco el sol. Podría hacer algo de ejercicio pero todavía se sentía demasiado agotado como para intentarlo. Él era un hombre fuerte que se había enfrentado a lo peor. Era un militar y había estado en la guerra, pero eso no significaba que siempre tuviera que estar dando todo de él. Ahora le apetecía estar sentado, dejando las horas pasar y perdiendo el tiempo mientras sus ojos codiciosos observaban a Jimin dormir.

¿Iba a ser así a partir de entonces?

Porque en ese caso, Jungkook se había ganado la lotería.

Recordó con genuina diversión las condiciones del mocoso. Quería atención todo el tiempo, que le dijera que le quería, citas y que le contara sus problemas. Nada nuevo. No podía esperar menos de un mocoso mimado como él.

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora