Toda esa noche no fui capaz de pegar un solo ojo. Cada que intentaba dormir, la imagen de los tres lobos, furiosos y hambrientos venía a mi mente, y al costado de mi cama aún podía escuchar sus gruñidos. Mi madre me dio una pastilla para los mareos, Christopher insistió en que le contara sobre la alucinación para que me llevara a un médico, pero eso implicaba confesarle mi mentirilla acerca de ir al circo en lugar de ir al cine y apreciaba lo suficiente mi vida aún, así que decidí mantener la boca cerrada.
Sedrik me habló por mensaje al día siguiente, preguntándome si había mejorado y disculpándose por la fallida "cita" que habíamos tenido, prometiendo que, de ser posible, lo recompensaría en un futuro.
Christopher fue a visitarme en la tarde del domingo para asegurarse de que me encontrara mejor. Vimos una película, pero omitió las chucherías porque dijo que no estaba en condiciones para comerlas, en su lugar me llevó un plato de caldo humeante que su madre le había ayudado a preparar especialmente para mí, a pesar de que le aseguré que mi estómago estaba bien y el vómito lo había causado el susto.
Por alguna razón, mi madre odiaba a todos mis amigos ajenos a la iglesia, incluyendo a Elliot, pero amaba a Chris. Solía preguntarme por él cuando pasaba demasiado tiempo sin que saliéramos juntos, lo saludaba cuando se lo topaba al ir a recogerme al instituto y estaba convencida de que él era un buena "influencia" para mí, y a ser verdad, no podía negarlo.
Aunque yo no conocía una sola persona en Rottenhill que odiara a Chris.
Chris era lo más parecido a un hermano que tenía, mayor que yo por apenas meses. Cuidaba de mí, se preocupaba por mi bienestar, estaba ahí en mis peores y mejores momentos, nos contábamos todo.
O bueno, al menos eso creía yo.
Christopher Blanchard ocultaba secretos más grandes de los que yo podría haber imaginado nunca, pero de eso ya hablaremos más adelante.
Cuando la mañana nublada cayó sobre Rottenhill en un lunes que parecía ser común y corriente, me preparé como de costumbre para ir a la preparatoria. Las primeras horas transcurrieron con total normalidad, solo que a eso habría que sumarle la confianza que ahora tenía de saludar a Sedrik, aunque fuera con una simple sonrisa.
Claro, que no vi venir la inesperada invitación que me hizo cuando pasé frente a su mesa durante receso.
—Hola —saludé rápidamente, con la intención de continuar mi camino.
—Caswell —me llamó suavemente, con esa voz profunda y vacía que haría erizar la piel a cualquiera.
—¿Sí?
—Siéntate. Hablemos —invitó, aunque su invitación sonó más como una sutil orden. Alcé las cejas, dándole una mirada vacilante a Chris, quien solo parecía observar todo sin entender nada completamente. Elliot, por su parte, se encontraba evidentemente malhumorado.
"Lo siento, pero no puedo, le ayudaré a Elliot a estudiar para el examen de la siguiente hora" intenté decir, pero de mi boca solo salió un "por supuesto".
¿Por qué había aceptado?
Yo no quería hacerlo.
Comenzaba a pensar que cuando estaba con él, no tenía control alguno sobre mis propias palabras.
O tal vez, solo era una excusa para callar esa voz interna. Esa voz interna que me susurraba lo seductora que parecía la idea de estar con los tres extraños, de agradarles, y más allá que eso, de descifrarlos. Descifrarlos como a una ecuación matemática.
Algo removió las entrañas de mi mente por un momento y me quedé en blanco. Todo alrededor parecía confuso. No conseguía procesar lo que estaba sucediendo. Chris murmuró a Elliot un "ya está, yo te ayudo a estudiar" y después se alejaron. Quise pararme del asiento para alcanzarlos, pero un dolor se alojó en mi vientre, haciéndome imposible ponerme de pie.
ESTÁS LEYENDO
EL REINADO DE APPÓCALIVE ¹
FantasyUna tormenta trajo consigo a tres chicos nuevos, tan atractivos como espeluznantes, al insípido y monótono pueblo de Rottenhill, Pensilvania. A Cassie Caswell siempre le ha gustado resolver misterios, y el acertijo que envuelve a aquellos tres seres...