LARGA VIDA AL REY
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Tal y como Dagda advirtió, el tiempo se había congelado en Rottenhill, coronando la noche sangrienta como el nuevo día a día. Las coloridas aves que decoraban el cielo ahora huían de la guarida de la muerte, en búsqueda de un nuevo sol.
En las desoladas calles ya no se escuchaban las risas de los niños, pues habían sido reemplazadas por gruñidos, lamentos y jadeos de desesperación. Sangre roja y azul yacía sobre el pavimento, como charcos de agua sucia.
¿Cuánto tiempo había pasado?
No lo sabía con exactitud, no a esas alturas del apocalipsis y aquello comenzaba a atormentarme lentamente. Los ángeles seguían luchando contra los paganos y los resucitados. Los luces guía mantenían a las familias del pueblo a salvo -o al menos lo intentaban-, todos estaban demasiado ocupados, y Dagda y Robin no eran la excepción.
El camaleónico se había convertido en una especie de refugio para ángeles y guardianes que habían sido heridos durante la batalla. Bajo la supervisión constante de el excéntrico, Robin, Chelsea, William y yo los atendíamos con cuidado y delicadeza, usando remedios que preparábamos con ingredientes normales y no tan normales.
Eso de alguna manera me ayudó a entender un poco mejor a los celestiales. Por ejemplo, eran líderes y osados por naturaleza, lo cual ya nos había traído unos cuantos problemas de organización, pero una vez que Arya Rain tomaba la palabra, todos se callaban y obedecían. Sabían reconocer a quienes eran más fuertes, por la tanto, mantenían respeto por ella. Arya nos explicó que era un ángel del equilibrio intentando ascender como arcángel, y que, en su momento, llegó a convertirse en mano derecha del coronel que dirigía las tropas de ángeles de fuego, puesto que abandonó para cumplir su sueño de formar parte de la divina orden celestial. Descubrimos también que los luces guía eran más débiles que los ángeles, pero su falta de poder se compensaba con su firmeza inquebrantable de proteger a los suyos. Los tatuajes blancos en su cuerpo, que ellos habían definido como "runas", los ayudaban a mejorar su fuerza, y solo las utilizaban en casos especiales (el infierno sobre la tierra, tal vez).
A pesar de todo, los arcángeles seguían haciendo oídos sordos ante la petición de los ángeles y guardianes para planear un ataque directo contra Appócalive. Dagda había advertido que ese comportamiento era normal en ellos, y que no le sorprendería si en algún momento decidían devolver a los suyos al reino celestial y abandonarnos a nuestra suerte. Arya se había molestado por esa sugerencia. No se llevaban del todo bien. Tenían la misma naturaleza, así que constantemente peleaban pasivamente por tener el control, Dagda odiaba a Arya por su lealtad y confianza a los arcángeles, y Arya odiaba a Dagda por su ego y percepción negativa hacia la orden celestial, como si de política se tratase.
Afortunadamente, teníamos a nuestro pequeño comodín azul, Chelsea, que siempre salía a dar confusos discursos sobre la importancia de trabajar en equipo, cuando las cosas entre ambos líderes se ponían tensas.
El excéntrico se dividía constantemente entre vigilar que hiciéramos bien nuestro trabajo, planear estrategias junto a Arya, y buscar información en textos de lo más antiguos, que pudiera brindarnos cualquier cosa que nos diera ventaja sobre Appócalive, o al menos, que nos ayudara a entender su poder, pero era como si todos los grimorios, biblias y libros alrededor del mundo sobre distintas culturas y religiones hubieran dejado pasar al dios del apocalipsis por completo. Pero si de algo estaba seguro Dagda, era de que invencible, Appócalive, no era.
Todo parecía una guerra interminable. Los resucitados eran todo un caso, pues no morían. Ya eran cadáveres, así que una vez derrotados, resurgían nuevamente de entre la tierra y los escombros para atacar otra vez. Pero al menos su regreso no era instantáneo, así que podían darles un respiro diminuto a los ángeles.
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EL REINADO DE APPÓCALIVE ¹
FantasíaUna tormenta trajo consigo a tres chicos nuevos, tan atractivos como espeluznantes, al insípido y monótono pueblo de Rottenhill, Pensilvania. A Cassie Caswell siempre le ha gustado resolver misterios, y el acertijo que envuelve a aquellos tres seres...