EL REINADO DE APPÓCALIVE
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Siempre creí que, cuando el amor tocara a mi puerta por primera vez, todo sería perfecto.
Cuando uno es pequeño, suele ser bombardeado con películas y cuentos acerca de historias de amor hermosas y, ciertamente, irreales. Princesas que besan sapos, y los convierten en príncipes o sirenas que están dispuestas a entregar todo lo que conocen con tal de luchar por su amor.
Al conocer a Ethan y desarrollar sentimientos hacia él, me reí de mí misma al ver que éramos todo un cliché. La niña buena y santa y el chico malo, que, en el fondo, no es tan malo.
El problema es que ahora sabía que Appócalive sí era malo. Y lo más doloroso de todo: sabía que él nunca me había amado.
Dolía. Dolía como un cristal atravesando el pecho.
Las palabras de Christopher y Dagda pasaron por mi mente a medida que me adentraba en el castillo profano. No había nadie vigilando, así que tuve que esforzarme el doble por hacer el mínimo de ruido.
Busqué por la habitación del trono y la suya, sin éxito, hasta llegar a la sala.
Hasta que finalmente, lo vi.
Tumbado sobre el suelo, con la corona desacomodada en su cabeza, al igual que toda su ropa. Tan serio e imperturbable como de costumbre.
—Sheakspeare estaba inquieto —susurró, con la mirada perdida en la noche escarlata que podía vislumbrarse por el enorme ventanal del palacio. —Quise tranquilizarlo, pero todo era un caos dentro de mi cabeza, y al final, mi simple caricia terminó por dañarlo aún más. Ahora duerme, pero no sé si lo hará por mucho.
En el piso, a un lado suyo, sobre un pequeño cojín rojo sangre, el felino dormía, pero su respiración se escuchaba débil y rasposa, como si el solo existir le lastimara.
—¿Sabes? Cuando la encontré aquella tarde camino al festival del otoño por un momento en verdad creí que podría revivirlo —continuó. Yo fruncí el ceño.
—¿No fuiste tú quien lo hizo, como a los resucitados? —hablé por primera vez.
—No —negó. —Los paganos lo hicieron. Los resucitados son simples cadáveres que se mueven, no hay vida en ellos, porque ese no es el poder que emano —arqueé una ceja, suspirando. —No tienes idea de lo que duele desear hacer algo con todas tus fuerzas y no poder hacerlo porque va a en contra de todo lo que eres, de tu naturaleza.
Parpadeé, aferrándome con más fuerza a las correas de la mochila.
—Supongo que no.
—Intentas seguir lo que dicta tu corazón y todos te repudian por ello, entonces sigues el camino que ellos esperan que sigas, y te terminan odiando aún más —el resentimiento y la rabia en su voz no podía ser más notorio. —Es la clase de cosas que tienes que soportar cuando alguien más decide tu historia por ti, incluso antes de que nazcas.
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EL REINADO DE APPÓCALIVE ¹
FantasíaUna tormenta trajo consigo a tres chicos nuevos, tan atractivos como espeluznantes, al insípido y monótono pueblo de Rottenhill, Pensilvania. A Cassie Caswell siempre le ha gustado resolver misterios, y el acertijo que envuelve a aquellos tres seres...