LA PRINCESA Y EL DIOS DEL APOCALIPSIS
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Esa famosa frase de "estar en la boca del lobo" nunca antes se sintió tan literal.
Momentos después de que Appócalive me recibiera en su majestuoso e inquietante castillo, ordenó a una mujer de la servidumbre que me diera un recorrido por el palacio y al regresar al salón del trono, él ya no estaba. Sedrik se encargó de comunicarme que "el rey se había encerrado en sus aposentos y no deseaba ser molestado", lo cual se puede traducir como: ignoró por completo mi presencia durante lo que restó del día, o de la noche. Ustedes saben de lo que hablo.
Quizá ese comportamiento se debía a mi arrebatado momento de enojo al llegar, cuando le dije que solo estaba ahí para proteger a los que amaba, pues los días siguientes no se molestó en intercambiar palabras conmigo. Me la pasé encerrada en mi habitación todo ese tiempo, y solo salía cuando las sirvientas me avisaban que era hora de comer, tres veces a la noche. Y eso no ayudaba para nada en mi plan de estar tan cerca de él como necesitara para entender al menos una pizca de su poder.
No tenía ni la menor idea de qué demonios hacer, y esto no habría pasado si en lugar de tomar la decisión impulsivamente hubiese ido con el excéntrico, ¿por qué no fui con el excéntrico?
A pesar de eso, intenté analizarlo tanto como pude. Según mis observaciones, descubrí que Appócalive mantenía una rutina nocturna bastante... peculiar. Cada noche, justo después de cenar, Appócalive se dirigía a un cuarto. Pero no cualquier cuarto, sino ese cuarto, uno que se encontraba al fondo del castillo, en un pasillo solitario y con una puerta llena de cerrojos. Duraba ahí el tiempo suficiente como para que alguien pudiera presentar una prueba de química o matemáticas y al salir, volvía a encerrarse en su alcoba durante el resto de la noche, quizá para descansar. Hasta el momento no sabía si dormir se encontraba entre la lista de necesidades básicas de un dios, pero si no era así, entonces seguramente lo hacía por placer y para alejarse de todos, tal vez.
Había cuidado que ni él ni el personal del castillo me descubrieran "espiando", y hasta ahora, parecía haber resultado.
Hasta esa noche.
Dicen que la curiosidad mató al gato, en mi caso, fue todo lo contrario. Luego de cenar, me dirigí a mi habitación, esa misma que me había acogido con su amarga calidez durante mi estadía en el castillo. Los tapices de sus paredes eran grises, con patrones negros. Candelabros de luces tenues, espejos de plata y una cama tan suave y esponjosa que podría confundirse fácilmente con un pedazo de nube sangrienta, cubierta de cojines y mantas rojas, como era de esperarse. El mismo tiempo que tardaba ordenando y reordenando los libros del librero era el mismo que Appócalive tardaba en ir de su alcoba a la habitación con la puerta de los cerrojos después de la cena. Suspiré, caminando al armario para tomar una bata roja que tapara un poco el vestidito que usaba para dormir, uno negro de tirantes y encaje forrado de seda en el interior para que no fuera rasposo e incómodo.
Y salí de ahí.
La frialdad que emanaban los pasillos se volvía aún más escalofriante cuando todos dormían. La rojiza luz de luna lograba infiltrarse por los ventanales de aquella fortaleza, el silencio reinaba en el castillo. Caminé sigilosamente hasta el mismo punto de siempre, en el solitario corredor del fondo.
Pero Appócalive no estaba dentro del cuarto, sino afuera.
Parado frente a esa puerta de hierro, tan solo mirándola fijo. La corona ya no reposaba sobre su cabeza, y tampoco esos ostentosos accesorios que tanto amaba utilizar. Tan solo llevaba unos pantalones negros, ligeramente holgados, y una camiseta blanca, de tela transparentosa y un cuello en V que dejaba ver parte de sus clavículas, y su delicada piel blanca. Jugueteó con el aro de metal del cual colgaban todas las llaves que se requerían para abrir esa habitación y suspiró.
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EL REINADO DE APPÓCALIVE ¹
FantasyUna tormenta trajo consigo a tres chicos nuevos, tan atractivos como espeluznantes, al insípido y monótono pueblo de Rottenhill, Pensilvania. A Cassie Caswell siempre le ha gustado resolver misterios, y el acertijo que envuelve a aquellos tres seres...