Capitulo 4

83 12 1
                                    

-Vi que llegaste tarde anoche. – Su madre la reprimió mientras ella arreglaba su maletero.

-Mamá no soy una jovencita de hace seis años, se cuidarme sola.

-Solo me preocupan tus salidas nocturnas y que no me digas de que van.

-Te lo he dicho salgo a divertirme a un antro, mamá no tengo porque darte explicaciones.

-Solo quiero pensar que no estas metida en algo malo. – La madre agarro con mas fuerza su taza de café.

-No es nada de eso mamá, te prometo que solo voy a tomarme unos tragos y bailar, no pretendo hacer otra cosa.

-Solo avisa que vas a salir para que no me quede hasta tarde esperándote.

-A la próxima lo hago, ¿Vale?

-Amelie no estoy bromeando. – Vio asomarse una sonrisa en la cara de su hija.

-Yo tampoco mamá. – La miro seriamente, pero falló. - ¡Daniel! Ya vámonos se nos hace tarde. – Llamó al niño.

El pequeño llegó corriendo y tomo sus cosas.

-¿Me he lavado bien los dientes? – Le mostró su dentadura a su madre.

-Me parece que sí, anda dale un beso a la abuela que nos vamos tarde.

El niño corrió a donde estaba su abuela y la beso en la mejilla, Amelie hizo lo mismo y partieron rumbo a su habitual trayectoria al colegio y después al trabajo.

Se despidieron como de costumbre en el colegio y ella partió a un Starbucks cerca para pasar por un café y donas, entró al edificio y al no ver a su amigo le dejo el café y donas en su mesita. Con otro café en mano, ella subió por el ascensor. Miraba su reloj cada segundo, esta vez iba demasiado tarde para su gusto, siempre trataba de llegar quince minutos de su hora habitual por esta ocasión quince minutos de retraso.

No se había dado cuenta del tiempo hasta que subió al ascensor, sí que se había pasado y tal vez su jefe ya estaba adentro y la regañaría por el retraso, en cuarenta y cinco minutos tenían la reunión y ella apenas estaría acomodando todo.

Dejo sus cosas en su escritorio, tomo su iPad y toco la puerta de su jefe, abrió al no escuchar respuesta, para su sorpresa el jefe no estaba dentro y ella pudo apurarse un poco en la sala de reuniones, comenzó a preparar todo, aperitivos, café, agua, la exposición, las luces, la temperatura dentro de la sala, las carpetas con información del proyecto y el nombre de donde todos debían sentarse.

Faltaban cinco minutos para la reunión y su jefe no había llegado. Algo muy raro, el siempre estaba puntual. Reviso su celular para ver si se le había pasado algún mensaje de él, pero nada, lo llamó para saber si no le había pasado algo, pero la mando al buzón de voz. Comenzó a preocuparse.

Los del departamento del señor Dom ya estaban ubicándose en la sala y el jefe principal no llegaba, Amelie caminaba de un lado al otro afuera de la puerta de la sala de reuniones, diez minutos del que hubiese sido el comienzo de la junta su jefe llegó todo apresurado, como si apenas se hubiese levantado y bañado.

-Señor Kent. – Amelie se sorprendió al verlo.

El hombre apenas se arreglaba la corbata, se acomodaba el saco y se peinaba el cabello con los dedos. No había tenido una buena noche, de eso no había duda.

-¿Han llegado ya todos?

-Solo lo esperan a usted señor.

-No tardemos más.

Le entregó su maletín y entro a la sala de reuniones, pidiendo disculpas a todos por el retraso. Amelie lo miraba y no se lo creía aquel hombre que lo controlaba todo dentro de la empresa estaba ahí desorientado, empezaron con lo establecido en la reunión y a veces volteaba a ver su jefe para que le diera indicaciones, pero este parecía perdido y con cara de sueño. ¿Le había pasado algo gravemente fuerte? Pensó. 

Solo esta noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora