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xvi. nadie puede herirte
( tw: intento de agresión sexual, ataque de ansiedad )
Brigid se había pasado todo el camino de regreso a la tienda comentando el partido con Cedric, emocionada por la victoria de Irlanda sobre Bulgaria y sin poder creer que Krum hubiera conseguido atrapar la snitch y aún así perder.
—¡Tendría que haber esperado! —decía—. ¡Tal vez, hubieran podido remontar! Pero me alegro igualmente por Irlanda. ¡Han jugado de maravilla! ¿Has visto a sus cazadores?
—Brigid, deja a tu hermano respirar —la reprendió su padre, en tono bonachón—. Vas a volverle loco.
—No pasa nada, papá —respondió Cedric, al ver la mirada de su hermana—. ¿Qué decías, Bree?
Y ella retomó su monólogo con entusiasmo. Su padre se detuvo a hablar con uno de sus compañeros del Ministerio y Amos les dijo que se adelantaran. Una vez estuvieron lo bastante lejos de su padre, Cedric le susurró a Brigid:
—Sobre lo de las veelas... Sabes que no hay nada malo en que te gusten las chicas, ¿no?
Brigid se sonrojó al instante, enmudeciendo.
—Yo no...
—Venga ya, Bree. Lo sospecho desde hace tiempo.
Su hermana se mordió el labio.
—Siento no habértelo dicho, pero...
—No tienes que decirme todo, Bree —dijo Cedric, rodeándola con el brazo—. Solo quiero que sepas que no tienes que sentirte mal por eso ni nada parecido. Además —lanzó una mirada furtiva hacia atrás, para ver si su padre estaba en las proximidades—, no es como si no hubiera chicos atractivos, ¿no?
Brigid se quedó boquiabierta.
—¿Tú...?
—Tal vez —bromeó Cedric.
Brigid asintió, sin decir nada más. Cedric decidió respetar su silencio y tampoco dijo nada hasta que, una vez en la tienda y con el pijama puesto, le deseó las buenas noches, para luego tumbarse en su cama. Ella subió a la litera y se tapó con la manta. Se quedó un largo rato mirando a la tela que los cubría, hasta que se le fueron cerrando los ojos lentamente.
Estaba segura de haber dormido tan solo unos pocos segundos cuando los gritos de su padre la despertaron.
—¡Arriba, ya! —sonaba realmente asustado—. ¡Daos prisa! ¡Ced, coge a Brigid y marchaos! ¡Ya!
