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xlvi. la muerte está llegando
Por un momento, Brigid pensó que se había quedado ciega.
No veía más que negro, por todas partes. La oscuridad era más fuerte que cualquier otra que hubiera visto nunca.
La muerte era más fuerte que cualquier otra que hubiera sentido nunca.
La luz llegó tan rápido que apenas tuvo tiempo de procesarlo. Su visión captó un diminuto punto blanco a lo lejos y, casi instantáneamente, el negro que la rodeaba había sido sustituido por el blanco.
Parpadeó, más por confusión que porque su vista tuviera que aclararse. Sentía su cuerpo más ligero y menos cansado y, por un momento, creyó por completo que estaba muerta.
El espíritu que apareció frente a ella solo probaba su teoría.
Brigid se quedó observándola, en un silencio lleno de emociones. Sus ojos se hubieran llenado de lágrimas de no haber sido porque parecían incapaces de producirlas. En su pecho, bullían todo tipo de sentimientos.
Gwendolyn Diggory estaba frente a ella, más hermosa y viva que en cualquiera de las fotos que hubiera visto alguna vez de ella.
—Deneb —susurró la mujer que, aunque solo aparentaba unos pocos años más que Brigid, parecía tener muchos más—. Mi Deneb.
Brigid dejó escapar un sollozo sin lágrimas.
—¿Qué es esto? —preguntó, con un hilo de voz.
Los ojos de su madre examinaban cada detalle de su rostro con el mismo cariño que Brigid había visto a Ariadne Potter mirar a Harry por primera vez, cuando despertó en la enfermería. Notó cómo sus vellos se ponían de punta, un escalofrío recorrió su espalda.
Gwen tardó unos segundos en responder a su pregunta.
—Un mundo que se encuentra entre el de los vivos y los muertos —explicó, con voz suave—. No es el limbo como tú lo imaginas, porque hay varios niveles y mundos, pero este lugar podría considerarse algo así.
Brigid asintió lentamente.
—No estoy muerta —murmuró, tratando de poner en orden sus pensamientos. Se le hacía difícil concentrarse en aquel lugar. Sentía que olvidaba algo—. Pero me llamaron. Querían que viniera a este sitio. ¿Fuiste tú?
—Yo fui llamada, igual que tú —respondió Gwen, negando con la cabeza—. Ella quería que nos encontráramos aquí.
—¿Me llamó solo por eso? —quiso saber Brigid, no demasiado confiada.
